Saturday, November 14, 2015

HAPPY BIRTHDAY CYBERSCAPE

Un día como hoy hace 6 años abrimos CyberScape Café. Ha sido una faena llena de espinas y flores mantener el negocio abierto por seis años.  Flores, por el regocijo de haber conocido excelentes personas de virtualmente todos los continentes. La espinas son pocas en comparación con el gran placer de haber cultivados tantas amistades y prestados servicios valiosos a la comunidad.

 Recuerdo un  cocinero tailandés que no hablaba ni inglés y menos español. Necesitaba reparar su computadora donde tenía sus recetas de cocina. Empezamos a comunicarnos con señas, pero no avanzamos mucho. Entonces, vino google translate al rescate. Abrí  la aplicación en una de las computadoras con la opción de inglés a Thai. La conversación fluyó rápida y eficiente  pudiendo entendernos y, lo más importante, repararle su laptop. Después, a cada rato venia solo a “chatear” conmigo ayudados por el gran Google. 

Muchos ya forman parte de mi grupo de amigos.  Enrique, ecuatoriano,  durante estos años ha sido un asiduo visitante. Un caballero por sus buenos modales y educación, siempre dispuesto a ayudar al prójimo. Gracia Enrique.  La dama de la casa ha sido Juanita, peruana. Un encanto de persona, enamorada de las matemáticas y de sus nietos. Con un carácter jovial y alegre engaña al calendario.  Una chicuela presta a sonreír y compartir con todos su buen humor.   Gracias Juanita.  Pedro, salvadoreño aspirante a cubano.  Ha sido un cliente fiel y permanente del pastelito de guayaba y queso con una colada cubana.  Un gran padre que desde aquí mantiene a su prole.  Gracias Pedro.  Mi amigo Javier, colombiano. La enciclopedia viviente e instructor de Quickbooks.   Un hombre correcto y de buen corazón. Gracias Javier por traer tu amistad y conocimientos.  Juan Carlos, cubano.  Buen fígaro –es mi barbero- y cliente fijo del pastelito de guayaba y queso. Hombre de principios sólidos y buen conversador.  Gracias Juanco.  Pudiera mencionar muchos más, pero se haría muy extenso.  A todos los que han hecho posible estos seis años, MUCHAS GRACIAS.


Wednesday, November 11, 2015

LA FAMILIA ROMANOV


El diario El País de España publica hoy en su edición digital  que las pruebas de ADN confirmaron que los restos exhumados pertenecían al zar Nicolás II y su mujer. El caso quedó cerrado después de que los análisis de ADN confirmaran que los restos encontrados en una fosa común en los Urales en 1991 correspondían al último zar ruso.

Los que justifican las atrocidades del Comunismo, siempre trataron de esconder estos hechos tan macabros. Inclusive, cuando se vieron descubiertos quisieron exculpar a Lenin de haber dado la orden asesina. Todos los que hemos vividos en dictaduras de este tipo sabemos que el líder máximo es quien siempre aprieta el gatillo homicida.

En Ekaterimburgo, Rusia, el zar Nicolás II y su familia guardaban prisión. En la noche del 16 de julio de 1918,  Nicolás, Alexandra, sus cinco hijos y cuatro sirvientes recibieron la orden de vestirse rápidamente y bajar a la bodega de la casa en la que estaban detenidos. Allí, la familia y los criados fueron dispuestos en dos filas para una “fotografía” que acallaría de una vez los rumores de que habían escapado. De repente, una docena de hombres armados irrumpieron en la habitación y a sangre fría mataron a tiros a la familia imperial envueltos en una lluvia de disparos. Cuando el humo de la pólvora se desvaneció,  todavía algunos respiraban aferrándose a la vida, pero fueron apuñalados hasta arrancarle el último aliento.

Después vendrían crímenes más atroces. Los millones de ucranianos muertos por inanición. Los miles de ciudadanos asesinados por la KGB, lo fusilados en farsas de juicios, y lo millones muertos en los campos de trabajos –de aquí los tomó Hitler- de la Siberia.  Al libro negro del Comunismo le faltan muchos capítulos por escribir, en especial,  uno sobre los "Crímenes del Stalin Tropical" no solo en Cuba, sino por todo el mundo.

Friday, October 16, 2015

EL ACABADO

No sé por qué hoy me vino a la mente Parrado. Entrado ya los 40 años, era conocido en la oficina por su poco tacto y torpeza infantil. A principios de los 80’s, trabajamos juntos en la Empresa Recapadora de Neumáticos de La Habana, justo en Muralla esquina Aguacate. En una de las locuras del Orate en Jefe, ordenó crear las uniones de empresas para supuestamente reducir los costos y aumentar la productividad.  Al final, como es sabido, el “experimento” generó más burocracia, menos  productividad y gastos de producción por el cielo. Pero no es de eso que quiero hablar, sino de Parrado.  

Al ser nuestra empresa  la regente de todas las demás esparcidas por el país, viajaron a La Habana los representantes de cada departamento como paso previo a la reunificación.  El nuestro estaba a cargo de la organización del trabajo.  El primero que recibimos fue a nuestro homólogo Reinaldo de la ciudad de Santa Clara, capital de la otrora provincia de Las Villas. En un pequeño saloncito nos sentamos mi entrañable amigo Victor Bourg (Vitico), Parrado y yo a esperar por Reinaldo, quien llegó puntual como un inglés.   Era un hombre de una delgadez cadavérica, ojos extraviados y hundidos, piel pálida,  el pelo ralo en un desorden aparatoso, y encorvado al extremo. Para nuestro asombro, resultó ser un hombre educado con una conversación agradable y un dominio de la ingeniería industrial enciclopédica.  Cubanos al fin, al poco rato ya charlábamos y nos tuteábamos como viejos amigos.  Hasta ese momento, Parrado había sido parco y –para nuestro alivio- sin ninguna metedura de pata de las suyas. Al parecer, la advertencia hecha antes de comenzar la reunión había surtido efecto o eso creíamos.

Al final, nos incorporamos de la mesa para despedirnos de Reinaldo y agradecer su visita. Parrado lo miró, mejor, lo escudriñó de arriba abajo y le preguntó:

-          Oye, chico ¿Qué edad me dijiste que tenías?

-          Treinta y cinco – contestó Reinaldo sonriente

Ahí ardió Troya

Moviendo la cabeza en desaprobación y con cara de velorio, Parrado le disparó a boca de jarro:

- OYE, CHICO, PERO QUE ACABADO TÚ ESTÁS

Vitico y yo queríamos que nos tragara la tierra. Perplejos, nos quedamos sin palabras.  Solo atinamos  a reprochar con la vista a Parrado por semejante indiscreción.

Reinaldo regresó a Santa Clara y del  tiro se fue a trabajar a otra empresa. No supimos vas de él, a quien bautizamos desde entonces como el “acabado”.  Un par de años más adelante, el Orate en Jefe, desbarató nuestra empresa también y nos fuimos a trabajar a diferentes lugares.  Han pasado 33 años y nunca más supe de Parrado. Aunque me gusta pensar que estará aun haciendo de las suyas por allá por La Habana Vieja.


Wednesday, August 12, 2015

LA GUAGUA

El ruido conocido indica su llegada a la hora de costumbre. No la distingue aún, pero sabe que en unos instantes aparecerá con sus lentes de cristales y asientos remendados. Después, girará en la curva y el tronar del motor ruso espantará los totíes de sobre los almácigos apostados a ambos lados de la carretera. Luego, el claxon anunciará el nuevo día, para, finalmente, disminuir la velocidad hasta detenerse frente a él. "Buenos días, Montoto... está fresca la mañana, ¿eh?" Montoto repetirá algo así como "A quien madruga Dios le ayuda" o "Quien con Dios se acuesta, con Dios se levanta". Forma poética de iniciar el duro bregar en la granja del pueblo, que cuarenta años atrás perteneció a su familia. Los mismos años que Santana ha conducido la guagua rural. Pero hoy, hoy será un día distinto.

Algo inusual sucede: Santana conduce con las luces apagadas y el claxon ha enmudecido. ¿Habrán cambiado el chofer? ¿Tal vez está descompuesta? Un ritual mantenido por tanto tiempo, aun en épocas de ciclones, guerras o diluvios no puede haber desaparecido por razones simples. En verdad, motivos para estar preocupado sobraban. La guagua se detiene tras un violento frenazo. "Debe ser un chofer novato", piensa Montoto. Pero no, es Santana y no otro el conductor. Este no le saluda. Es más, ni siquiera ha quitado la vista de la carretera y parece no haber notado su presencia. "Coño ¿qué le pasa a Santana, alguna novedad en la familia o estará cabrón conmigo? Yo no le he hecho nada... que recuerde". Toma asiento en el mismo lugar de siempre y, buscando una respuesta, dirige la vista escudriñando a los restantes pasajeros. Lola, la de la tienda de víveres, lleva cara de asustada. Pero es la mejor candidata para preguntas sentada en el asiento contiguo.

-Oye, ¿tú sabes que le pasa?- murmura Montoto mientras lo mira de reojo.

-No sé, está muy raro... a mí ni me saludó... y chico ¿te has fijado la cara de loco que trae?
Entonces se percató que todos compartían la misma inquietud. Lucio, con un gesto combinado de la cabeza y las manos, indicaba que no sabía que pasaba. Tampoco a él lo había saludado, es más, esta mañana no aceptó los panes calentitos que siempre recibía tan goloso. A Obdulia, la maestra, de los ojos le brotaba el pánico a la par que le vehículo ganaba más y más velocidad. La cual se hacía en extremo aparatosa por el estruendo de las láminas metálicas sin atornillar. Hasta Virgilio, el policía, estaba confundido por el proceder de su chofer. Pero lo espantoso estaba por venir.

Los ánimos, ya de por sí caldeados por la velocidad que tentaba las amplias curvas, se tornó en ira cuando Santana dejo de recoger a otros pasajeros y pasó por sobre los que se interpusieron en su camino. Ahora si estaban preocupados ¿Aterrados?

Fariñas fue el primero en protestar. -Oye, Santana, te llevaste la parada del puesto de viandas... ¡Chico, para, oye viejo, para...! ¿Pero tú no oyes?... Por respuesta sólo recibió un acelerón que casi lo tira al piso. Fariñas se aferró a los pasamanos de la puerta trasera y guardó silencio conservando su mirada atónita. Virgilio decidió actuar. -¡Oiga, compañero chofer, deténgase por favor! Santana se volteó para regalarle una sonrisa burlona. Esa era su guagua y Virgilio quien le servía para organizar el tráfico. Nada más.
Arturito no lo pensó mucho. Los jóvenes son más raudos para la acción.

¡Chofe', mi socio... oye, para aquí... mira que si llego tarde otra vez me botan del preuniversitario. Por favor, no sigas... oye, sino paras me tirooo, coñooo!

Algunos miraron asombrados. No les parecía bien tentar la suerte. Otros, lo aconsejaron: No te tires Arturito... tú verás que Santana para... Recuerda que gracias a él tenemos transporte... además, sino para ahora cuando se le acabe la gasolina tú verás que para...
Justo entonces, la guagua se desvío de su ruta y tomó por un campo verde que se perdía en el horizonte. Los neumáticos se enterraban en el fango, pero Santana se las agenciaba para sacarlas y seguir. Los espinosos arbustos  amenazaban con detener la guagua, pero que va: Santana era un chofer de mucha experiencia y mañas con el timón. Después de todo, era el único que aún conducía  un autobús ruso. Parecía que de un momento a otro se volcaría, pero no, seguía en movimiento. Arturito no esperó más. De un manotazo abrió la puerta trasera y se lanzó al vacío. Los pasajeros admiraron primero tanto coraje y envidiaron después su suerte cuando vieron que se incorporaba y decía adiós saltando de alegría. Para él, la pesadilla cesaba. Otros jóvenes - y no tan jóvenes - siguieron entonces su ejemplo. Al menos lanzándose quedaba alguna esperanza de sobrevivir. Sin embargo, no todos tuvieron idéntica suerte, pues muchos rodaron pero no se incorporaron jamás.

La guagua aun marcha perdida por sobre praderas desconocidas. Los más valientes, continúan arriesgando sus vidas. Muchos quedan en el empeño. Los mueve la esperanza y el ejemplo de los afortunados. Otros, piensan que Santana tendrá sus razones para hacer lo que hace, después de todo es su guagua ¿no? Los más optimistas, esperan que la gasolina se agote. Algunos quisieran poder conducir si Santana les diera una oportunidad, lo cual es poco probable, puesto que las manos de Santana están bien aferradas al timón, y, para su edad, conserva buenas energías. Otros más, esperan que se canse o se duerma sobre el volante para echarlo a empujones. Los creyentes, le piden a Dios que se lo lleve de una vez. Pero todos, todos sin excepción se preguntan:
"Coño, ¿cuándo parará esta guagua?"

Porltand, Oregon    Feb 1999

Tuesday, June 30, 2015

La Muchacha del Farol


No había dudas que andaba preocupada. Me tomó de la mano y me llevó hasta el brocal del pozo de 11 varas exactas, hecho veinte años antes en el patio al fondo de la cocina. Me indicó que me sentara pues tenía que decirme algo muy importante.  Pensé en alguna majadería de mi hermano Víctor o algún otro “chisme” de barrio. Pero no, su rostro iba cargado de preocupación.  La ansiedad tocó a mi puerta y sin preámbulos dije:

-¿Qué pasa vieja? ¿Alguien te ha hecho algo?

Sonrió - ¿Quién va a querer hacerme daño si a mí me quiere todo el mundo?  

Tata, como la llamábamos todos, recogía el amor que sembró en muchas décadas de vida  ayudando y haciendo el bien al prójimo. Tenía razón, nadie le deseaba mal y todos la querían.  Descarté la idea y presuroso le insistí me dijera que pasaba.

-Paciencia mi’jo. No es nada malo.

Se pasó su mano derecha en forma semicircular alrededor de los labios. Un hábito suyo cuando ordenaba sus ideas. Me miró a los ojos desde el azul intenso de los suyos y comenzó.

-          Desde hace varias semanas, siempre a la misma hora, sobre las dos de la madrugada, tocan por fuera la pared de madera de mi cuartico –indicó con el dedo la habitación justo al frente donde conversamos- y llaman por mi nombre…Tata…Tata…

-          ¡Que yo agarre al que te está haciendo eso! La graciecita le va a costar caro.

-          Tranquilo, Jorgito, no es ninguna maldad de nadie. Escucha y verás.

Prosiguió.

-Pues cada vez que tocaban la pared y decían mi nombre sentía unos escalofríos que no me podía mover y menos contestar.  

Sabiendo que  la vieja no creía en cuentos de camino, no le temía a la oscuridad,  las ranas o al tenebroso majá de Santa Maria, como la mayoría de los mortales, su confesión esotérica me dejó boquiabierto.  Proviniendo de ella que nunca le dio crédito a los cuentos de aparecidos que pululaban por la zona de Campo Florido y todos los pueblitos adyacentes como Las Minas, donde nací y me crié escuchando miles de historias de espíritus y casas malditas. Ella sólo sonreía cuando los escuchaba y me decía bajito al oído – Ese cuento lo he oído miles de veces  y siempre le añaden algo – restándole toda credibilidad.  Si, motivos para preocuparse habían.

-          ¿Y no sabes quién es?

-          Bueno, al principio tuve dudas, pero ayer tuve la certeza de saber quién es.

-          ¿Cómo es eso? – Pregunté intrigado

-          La respuesta me la dio Juanito.

Juan González, conocido por todos como Juanito, era nuestro vecino y primo hermano de mi abuelo Virgilio. Temprano, diariamente, lloviera o relampagueara, a las 4 de la mañana ya estaba en camino hacia su finquita para ordeñar sus vacas. El gobierno le había expropiado las tierras a los campesinos, dejándoles solo 70 cordeles o lo que es lo mismo, una pequeña parcela, que producía más que todas las tierras intervenidas, llenas de yerba mala y marabú desde que el inepto Estado se apropió de ellas.

-          ¿Vieja, que tiene que ver Juanito en eso?

-          Pues ayer por la tarde ya cayendo la noche, cuando Juanito regresó amarró el caballo a la entrada de su casa, pero no entró, sino vino directo hasta donde yo estaba barriendo el patio. Después de saludarme y agradecerme por un preparado con yerbas medicinales que le hice para una inflamación que tuvo en un pie, se quedó sin palabras. Era evidente, quería decirme algo y no sabía cómo.

-          Juanito lo noto preocupado ¿Le pasa algo?

-          Disculpe usted Tata por mi indiscreción, pero hoy por la mañana me encontré con una mujer joven, yo diría que una muchacha de unos 14 años más o menos,  justo frente a la barranca de la casa de Mercedita. Me extrañó mucho ver aquella muchachita a esas horas por allí, vestida de blanco y con un farol en la mano. Cuando iba pasando por su lado, me preguntó si yo sabía dónde vivía Tata. Le dije  por supuesto, mientras le indicaba que recién  había pasado la casa donde usted vivía –Mercedita era nuestra vecina inmediata a mano izquierda y Juanito a mano derecha -  Entonces me sonrió y me dio las gracias.

-          Vieja ya me tienes intrigado. No me has dicho quién puede ser. 

Tata no acostumbraba a llorar con facilidad. Al mirarla, noté sus ojos bañados en lágrimas. Puse mi brazo sobre sus hombros y le di un beso en su bella mejilla arrugada.  Tomó aire, se repuso y continuó.

-    Cuando vivíamos en Campo Florido, por allá por Canta Rana. No teníamos luz eléctrica. Llegó mucho después por gestiones del General Rego con el Presidente Menocal.  Si mal no recuerdo, Rego fue su jefe mambí en la manigua. El caso es que nos alumbramos con quinqué de mechas y ahorrando el combustible. Consuelo mi hermana era la mayor y yo le seguía.  Por ese entonces, después de apagar los faroles y acostarnos a dormir, Consuelo comenzó a levantarse envuelta en la sábana, tomaba el quinqué del cuarto y salía corriendo dormida. El padecimiento de sonambulismo lo tuvo hasta que cumplió los 17 y el tendido eléctrico nos trajo los deseados bombillos incandescentes.

-        ---  Pero eso pasó hace más de 70 años…y tía Consuelo murió hace más de un año.

-          Precisamente mi’jo.  Ella murió y recuerda que estuve enferma en cama y no pude ir al velorio. Desde ese fatídico día, he tenido el pesar de no haberme podido despedir,  y eso ha estado martirizando mi consciencia. La he tenido desde entonces presente con ese  gran dolor. Lo curioso es que desde que Juanito me contó su historia cesaron los golpes en la pared y sus llamados con mi nombre. Inexplicablemente, donde había pesar hay alegría.  Ella quiere que sepa que está bien, que me sigue queriendo como cuando éramos niñas, la perseguía y la abracaba para detenerla cuando salía corriendo sonámbula.  La abrazaba y le decía al oído “no corras más así, no quiero que te pase nada malo”. Se despertaba, abría los ojos,  me daba un beso y decía “no te preocupes mi hermanita, ya estoy bien”.

-           
Mi vieja cerró sus ojos en el 2008. Veinte tantos años después de esta historia cuando se acercaba a sus 100 años. Yo tampoco pude despedirme de ella. Me reconforta pensar que estará jugando con su hermanita Consuelo, rodeada de cariño y feliz.  Eso espero hasta el día que me una ella y le pueda decir ¡Que abuela más grande fuiste!
-           




Monday, May 25, 2015

With Memorial Day in Mind



Al ver este video, entendí que era y sentía con un Americano, sin dejar de ser cubano.  Escuchar estas palabras tan auténticas y llenas de verdad,  me hizo repudiar aún más  la verborrea y los discursos de 56 de dictadura que percibo hoy más vacíos  y estériles que nunca. Estas palabras de Ronald Reagan las he sentido como propias.  Veinte años viviendo en el monstruo me han hecho amar más sus entrañas.  No es que todo sea color de rosa ni que el camino del éxito sea fácil, inclusive, ni que todos vamos a ser exitosos; es simplemente que eres el dueños de tu destino y si eres próspero o no, depende de tu habilidades, del conocimiento y hasta un poco de coraje para salir adelante. Pero nunca de tu filiación ideológica o grado de sumisión. América es la patria que todos añoramos tener y gracias a esos soldados enterrados por todo el mundo, podemos disfrutarla sin haber nacido en esta tierra.  Honrarlos dándole gracias en Memorial Day es lo menos que podemos hacer. 

Tuesday, April 7, 2015

ENTENDIENDO A LOS AMERICANOS

Pienso que hay que ponerse en el lugar de los americanos. Miles de mejicanos y otros latinos llegan ilegales y después van a marchar frente a la Casa Blanca con banderas mejicanas y gritando consignas en español. Es algo así como limosna con escopetas. El inmigrante tiene que integrarse sin perder su idiosincrasia y cultura, pero esforzándose por hablar inglés, cumplir con las leyes e inculcarles a los hijos los mejores valores de esta nación. Creo que los cubanos somos –en general- un buen ejemplo.  Nos identificamos como cubano-americanos, pero tratamos de funcionar bajo  las reglas de este país que adoptamos como nuestro.  Ahí están los ejemplos: presidentes de grandes compañías como la Coca-Cola, 4 senadores, varios congresistas, artistas famosos como Andy Garcia, miembros de gabinetes presidenciales, generales y coroneles en el ejército,  etc. y no llegamos al 1% de la población.  En conclusión, seguimos comiendo carne de puerco enThanksgiving Day, aunque compramos un pavo por puro agradecimiento. 

A continuación una carta enviada por una americana a un periódico que se negó a publicarla

Statue of Liberty

 
For some reason, people have difficulty structuring their arguments when arguing against supporting the currently proposed immigration revisions. This lady made the argument pretty simple. NOT printed in the Orange County Paper.....

Newspapers simply won't publish letters to the editor which they either deem politically incorrect (read below) or which do not agree with the philosophy they're pushing on the public. This woman wrote a great letter to the editor that should have been published; but, with your help, it will get published via cyberspace!

 
From: "David LaBonte"

 
My wife, Rosemary, wrote a wonderful letter to the editor of the OC Register which, of course, was not printed. So, I decided to "print" it myself by sending it out on the Internet. Pass it along if you feel so inclined. Written in response to a series of letters to the editor in the Orange County Register:

 
Dear Editor:

So many letter writers have based their arguments on how this land is made up of immigrants. Ernie Lujan for one, suggests we should tear down the Statue of Liberty because the people now in question aren't being treated the same as those who passed through Ellis Island and other ports of entry.

 
Maybe we should turn to our history books and point out to people like Mr. Lujan why today's American is not willing to accept this new kind of immigrant any longer. Back in 1900 when there was a rush from all areas of Europe to come to the United States, people had to get off a ship and stand in a long line in New York and be documented. Some would even get
Down on their hands and knees and kiss the ground. They made a pledge to uphold the laws and support their new country in good and bad times. They made learning English a primary rule in their new American households and some even changed their names to blend in with their new home.

 
They had waved good-bye to their birth place to give their children a new life and did everything in their power to help their children assimilate into one culture. Nothing was handed to them. No free lunches, no welfare, no labor laws to protect them. All they had were the skills and craftsmanship they had brought with them to trade for a future of prosperity.

Most of their children came of age when World War II broke out. My father fought alongside men whose parents had come straight over from Germany, Italy, France and Japan. None of these 1st generation Americans ever gave any thought about what country their parents had come from. They were Americans fighting Hitler, Mussolini and the Emperor of Japan. They were defending the United States of America as one people.

 
When we liberated France, no one in those villages were looking for the French-American or the German-American or the Irish-American. The people of France saw only Americans. And we carried one flag that represented one country. Not one of those immigrant sons would have thought about picking up another country's flag and waving it to represent who they were. It would have been a disgrace to their parents who had sacrificed so much to be here. These immigrants truly knew what it meant to be an American. They stirred the melting pot into one red, white and blue bowl.

 
And here we are with a new kind of immigrant who wants the same rights and privileges. Only they want to achieve it by playing with a different set of rules, one that includes the entitlement card and a guarantee of being faithful to their mother country. I'm sorry, that's not what being an American is all about. I believe that the immigrants who landed on Ellis Island in the early 1900's deserve better than that for all the toil, hard work and sacrifice in raising future generations to create a land that has become a beacon for those legally searching for a better life. I think they would be appalled that they are being used as an example by those waving foreign country flags.

 
And for that suggestion about taking down the Statue of Liberty, it happens to mean a lot to the citizens who are voting on the immigration bill. I wouldn't start talking about dismantling the United States just yet.

 
(signed)
Rosemary LaBonte
 

KEEP THIS LETTER MOVING. FOR THE WRONG THINGS TO PREVAIL THE RIGHTFUL MAJORITY NEEDS TO REMAIN COMPLACENT AND QUIET!! LET THIS NEVER HAPPEN!! 

I sincerely hope this letter gets read by millions of people all across the nation!!


   


Tuesday, January 20, 2015

Narraciones Breves de Victorino Torres

Cuarta Ronda

Tío Andrés murió después de una prolongada enfermedad. En su juventud fue marinero mercante en la época en que el país estaba cercado con alambres de púa e hilos eléctricos casi invisibles para que muriera el que hiciera contacto con ellos intentando cruzar la frontera de agua. Tío hizo un dinerito pero lo derrochó en placeres. Fue, lo que se llama un super hedonista. Mujeriego, parrandero y buena gente.

Con extrañeza indebida observé la forma en que la enfermera le apartaba el pene flácido (semejante a un pedacito de trapo) para  limpiarle el suero derramado sobre el vientre.  Constantemente se le zafaba la aguja de la vena del brazo y cuando eso ocurría, el líquido  rodaba hasta los testículos, parecidos a dos bolitas de algodón, igual a las que traen en la cabeza los muñequitos de navidad.

Me quedaba con Tío Andrés dos veces por semana en el hospital Los Abelinos, toda la noche. Nos rotábamos para cuidarlo: mi hermano Juan, su hija y yo. Tarambana y parrandero, eso fue Andrés. Cuando murió mi madre, él nos ayudó muchísimo, hay que reconocerlo. Gracias a la solvencia  económica del tío,  mi hermano Juan es médico, yo pude terminar el Tecnológico graduándome como  Dibujante  Técnico, no trabajo en eso, pero me gradué que era lo importante en esa época en que no se soñaba con ser cuenta propista; más tarde me dediqué  a la carpintería, por esa vía entraba la moneda convertible. De nosotros, la que más tiempo se quedaba en el hospital era su hija Josefa. El otro hijo, Nelson, evadía las guardias siempre con pretextos inconclusos, no le obligábamos.

No me gustan los hospitales- nos decía Nelson con franqueza.
A nosotros tampoco y nos quedamos- le contestábamos de mal humor.
¿A Juan tampoco?- se refería a mi hermano siempre con sarcasmo.
No seas duro con Juan,  lo visita todos los días.
No faltaba más… gracias al viejo es médico.
¿Te duele eso?, debía alegrarte.
Estos hospitales me deprimen, de veras-  le creímos.

No discutimos más con él. Nelson es una persona parecido a una ostra. Vive encerrado en sus propios problemas, mira a todo el mundo pero no ve a nadie. Probablemente padezca  de la apatía del espectador. Fue  imposible llegar a un arreglo con él acerca de las guardias debido a que a veces estábamos muy cansados y él podía constituir un alivio si nos hubiera ayudado.  Andrés no fue un santo, ni siquiera un hombre virtuoso en el sentido corriente, no filosófico del término. Sin embargo creemos que  un buen padre sí fue.

Nora, esposa de Nelson fue una vez al hospital a ver  a  Andrés. En ese tiempo Nora tenía tres meses de embarazo y no la estaba pasando bien, entonces el doctor que atendía la sala de terapia intermedia le prohibió las visitas. No vimos más a Nora,  vivía al otro extremo de la ciudad. En todos estos años un suceso nos ha llamado profundamente la atención. Es un evento que se desliga de nuestras experiencias cotidianas no triviales.

Una semana antes de morir Tío Andrés,  siendo alrededor de las dos de la madrugada y estando yo a su lado medio dormido en un sillón, me despertó  con estas palabras:
La pelota… ¡Cógela, se va a caer, seguramente se caerá si no la tomas con tu mano!
Tío, ¿de qué pelota está usted hablando?, le dije contrariado.                                                                     
Indudablemente – pensé no contrariado- el Tío deliraba o soñaba.
 Sin embargo después de aquella frase quedó totalmente inconsciente. De ese evento completamente intrascendente no  volvió a pronunciar palabras.   Fui el último  en escucharle. Moría exactamente siete días más tarde a las dos de la madrugada.

Después de su muerte,  se cerraba una etapa en nuestra familia. Tío Andrés funcionaba como un eslabón imprescindible  para la unión de la familia. Desaparecido él, los vínculos entre pr  se aflojaron notablemente. Me distancié de los primos. También saqué la licencia para poner una carpintería. Estuve por espacio de cuatro años enfrascado en reparar la casa, del trabajo de la confección de muebles para el hogar. Los impuestos del gobierno eran de temer.   Realmente no tenía tiempo sobrante.

Cierto día –años después- me topé en la calle con Nelson. Me abrazó sentidamente, luego me dijo:
¡Qué sinvergüenza  eres primo, no has ido más por casa! Ni siquiera conoces a Andresito, ¡qué horror! Dijo cariñosamente. No puedes estar bravo porque nadie te ha hecho nada, digo yo.
La vieja, la madre de Marlene –mi esposa- enfermó, tengo lo de la carpintería… en fin.
Lo sé, lo sé primo, pero ve por allá, que no se diga, ¿cuándo vas a ir?
No me gusta hacerme rogar, el domingo  éste, ¿Te parece bien?
De acuerdo.

Nos despedimos y el domingo entrante lo visité.
Nora preparó una un almuerzo espléndido. Me dio pena hicieran ese despliegue. Son gente  trabajadoras y asalariadas a los que nunca les alcanza el salario del mes para cubrir los gastos esenciales. La situación económica no está para gastas  no planificados. Por otra parte, no me merezco atenciones especiales. Retengo en la memoria a largo plazo la doctrina de Hui-ssu, el moje budista que meditó  varias décadas en el Sutra del Loto y que rechazaba todo tipo de  trato que  constituyeran indicios de una distinción hacia su persona pues lo consideraba un obstáculo para alcanzar la iluminación.

Soy un simple tipo que trata de llevar a hechos  la poca bondad que anido en el corazón. Le hago un favor a cualquier persona, eso es todo.

He comprobado con regocijo y tristeza que un bien como un mal siempre retornan. Esa actitud ha dado lugar a equívocos. Algunos me dicen: Eres una gran persona. O también: Hablando contigo se recupera la fe en la vida, o cosas parecidas e insulsas. No lo creo  porque soy pesimista por vocación y tolerante por naturaleza.  Un individuo que piensa todo el tiempo en sus problemas personales muy parecido al primo Nelson, eso es una mediocridad. Por tal motivo no lo juzgo con dureza.  Me percato de ello, debe ser ahí donde está la diferencia. Trato de corregir en lo posible los trazos del egoísmo pero casi nunca lo logro con eficacia. Es algo  que no he podido remediar.

Ven para el patio a coger un poco de fresco- dijo Nora, la esposa del Nelson.
Fuimos los tres para allá. Andresito, ligeramente cohibido, me miró de soslayo, me extendió un guante de pelotero.

Ponte allí – le dije tirándole la pelota. Así estuvimos un rato pero en un momento  dijo:
¡La pelota..,  Cógela, se va a caer, seguramente se caerá si no la tomas con tu mano!

En efecto la pelota amarilla había ido rodando hasta el borde de un gran hueco al final del patio por donde no dejaban jugar al niño. Quedé sorprendido, porque Andresito tenía dificultad para pronunciar las palabras con claridad, lo estaban tratando con un logopeda por ese motivo.

 Hay una ley cósmica que predice la rotación de doce anillos, estableciendo entre ellos una dependencia  infranqueable para cualquier acontecimiento por diminuto e insignificante que parezca. El sufrimiento de Tío Andrés, no fue más una parte de ese ciclo de rotaciones que todos, más tarde o más temprano cursaremos, una especie de ronda aparentemente intransitable para los humanos, pero es el precio de esta dádiva que es la vida.



Amistad


Cada persona tiene una trayectoria  recorrida y otra por recorrer en un tiempo desconocido a tu percepción sensorial. De todas formas caminas el trayecto y quiéralo o no y lo terminas el día de tu propia muerte. Nada queda en las manos. Nada en los bolsillos. Tienes que abrirlas y soltar lo que creíste eran  posesiones personales. Mientras no terminas, van acaeciendo diminutas muertes – sentimentales, emocionales, de la memoria y del deseo, que van señalando a los más despiertos- el tramo por recorrer

El asunto al que voy a referirme es completamente baladí; experiencia estrictamente personal, es decir, intransferible a otro ser humano por la incomprensible  razón, de que cada persona en el fondo, su alma está vacía y por tal motivo ansía unirse a  algo que le de consistencia. Porque se siente sin asideros aunque esté repletos de aparentes ganchos. Los iluminados sólo señalan el camino. Para ello, se valen de sermones, parábolas, alegorías, visiones, máximas, proverbios y hasta acertijos; (como  es el caso de Sófocles  en Edipo Rey), pero las palabras no importan, esa claridad hay que soñarla e intuirla  mediante la bondad de cada uno de nosotros. Insignificante como es esta experiencia, forma parte de mi ciclo vital. Veamos

Hace unos años me  invitó  mi amigo Raimundo a una actividad por su  aniversario de santo.  (Raimundo tiene hecho Obbatalá). Fui de los primeros en llegar con el objetivo de ayudarlo en los preparativos; él me lo había solicitado meses atrás. Necesitaba  que lo ayudara a matar un par de cerdos para los invitados a su fiesta.

Me encargué de mantener el agua caliente alejando a los niños del fuego. Siempre es provechoso evitar accidente. No había mucho espacio en la casa. A una señal mía, los hombres sacaron los  cerdos del corral, situados en el patiecito de la casa de Raimundo. Me entretuve atizando la candela cuando de pronto todo mi cuerpo vibró  al ser rajado el aire por un estridente chillido de dolor. Al voltearme, observé en suspenso  cómo mi primo Raimundo  había clavado un enorme cuchillo en la garganta al pobre cerdo. Esperó un largo rato con el cuchillo dentro del animal. No obstante, el infeliz no acababa de morir. Me asusté un poco, nunca había visto matar tan torpemente un cerdo. Raimundo introducía y sacaba varias veces el enorme cuchillo,  pero nada, el cerdo se negaba a abandonar la vida. Entonces varios hombres se aproximaron y lo sujetaron con fiereza extrema. El matador, completamente ebrio, no acertaba a dar en el corazón de la víctima. Después de un tenso forcejeo el cerdo ensangrentado quedó quieto. Todos nos calmamos dejando escapar un suspiro de alivio. Algunos niños pequeños habían estado llorando del susto aunque no faltaron risas celebrando la ocasión.

Cuál no sería la sorpresa  de los presentes, cuando de pronto y sin que nadie se percatara, el cerdo malherido se levantó y salió corriendo medio moribundo por toda la calle. Algunos se asustaron una enormidad,; otros rieron ante acontecimiento tan inusual.

Al ver aquel espectáculo,  Raimundo entró encolerizado a la casa. Al instante salió  como un bólido hacha en mano. Corrió tras el animal y acabó con él en medio de la calle a hachazos por todas partes. Allí mismo – sobre el asfalto repleto de polvo ensangrentado - lo descuartizó con ayuda de otros hombres también intoxicados de alcohol entre risas y jaranas. Arrastraron los pedazos, los pelaron. Unos instantes después aquel material se convirtió en chicharrones. La fiesta había comenzado. Sonaron los pitos de los niños. La gente empezó a bailar y  olvidaron lo ocurrido. El otro cerdo fue matado  sin premura y con eficiencia por otros  invitados escogidos, dada su destreza en estos menesteres.

Al cabo de  dos horas aproximadamente, cuando me entregaron  mi bufé, algo me impidió  ingerir aquella carne. Llegaba a mi memoria la escena grotesca del sacrificio, la sangre en la calle; el hacha cayendo una y vez sobre  el animal inerte. Y  desde aquel día decidí no comer nunca más carne de cerdo. Hice extensiva mi renuncia, más tarde, a todo tipo de carne. Me volví vegetariano e hice el siguiente compromiso: Si alguien tiene que morir para poderme alimentar, entonces renuncio en beneficio de los otros. Gracias a Dios – de este evento hace doce años- no he cambiado un ápice mi resolución.

Aquel lejano día, cuando miré de soslayo al cerdo, percibí una tristeza infinita en sus ojos. Por un brevísimo instante me miró y era como si me hubiera dicho: ¿No piensa usted nacer nada compañero?
No me atreví a hacer nada delante de la cólera de los demás hombres en aquellos momentos. La ira  inundaba completamente el ambiente y esa ira de los hombres intoxicados hizo aflorar mi vileza, tal vez mi cobardía. A pesar de mi debilidad y en homenaje a aquel llamado silencioso, tomé la decisión  ya conocida. A partir de aquel momento  – no lo imaginé ni remotamente – mi trayectoria  vital tomó  un rumbo imprevisto.

Me ha sido concedida la posibilidad de poder  ayudar a los demás no sólo en la imaginación  o en medio del confort de mi habitación; donde siempre había dado solución a grandes problemas. Ahora pertenezco a la  Congregación de los Asiduos. No dedicamos más de cuatro horas del día a nuestras necesidades personales. Este grupo ha sido bendecido con el entusiasmo de no tener personalidad, así  lo consideramos. Somos  voluntarios que ayudamos en  los hospitales y desamparados de todo tipo. No poseemos casi nada material, sin embargo nos reconforta el hecho de saber que alguien anónimo aprecia infinitamente las pocas cosas que podemos brindarles. Un alma generosa nos donó la cantidad con se adquirió el Castillo de la Loma de Curé, allá frente al puerto. Un evento cualquiera, diminuto, puede desatar  la bondad que anida, dormida, en tu corazón.



 

 

 Victorino Torres Mendoza                                          

 

Nació en la ciudad de Camagüey. Es Técnico-Profesional en Economía del Trabajo, estudió Música y es graduado  de la Facultad de Artes y Letras, en la especialidad de Literatura  Cubana de la Facultad de filología, Universidad de la Habana.

Ha publicado  cuentos en la Revista RIL (1984). En VIVARIUM, de la Arquidiócesis de la  Habana, (1995) publicó  la primera parte  de una investigación  relacionada con el impacto psicológico de la voz humana y las estructuras lingüístico-musicales, contenidas  el habla. Fragmentos de este estudio aparecieron en  la revista Bohemia (1984). Es autor de los siguientes Poemario: Glifos 1980. Paisaje urbano 1990. Hechiceros 1993. Los Brujos 1994. Arterias de mármol 1998. Voces (1999), Quemdar (2003), Tangencias (2006). También ha escrito relatos: Los Herejes (1990) y el libro de cuentos Narraciones Breves (2005). Acercamiento a los Sutras (Ensayo sobre Budismo) y Acordes Naturales (2007); una hipótesis sobre el acoplamiento armónico  de las escalas interiores, basada en los efectos vibratorios  de los fonemas y las curvas melódicas que describen las intensiones humanas. Ha confeccionado una Antología de Cuentos (2012); nacimiento, desarrollo y perfección de este género literario, recomendable material didáctico para los cultivadores de este género. Ha escrito además la novela titulada Dispersión (2013), la cual trata sobre la atomización de la familia cubana como resultado del distanciamiento forzoso de sus miembros.
Ha trabajado como guionista en la emisora nacional  Radio Progreso y ha realizado labores de museólogo  en la Institución de Cultura del Museo Municipal  10 de Octubre. Actualmente  se desempeña como profesor e investigador.

Dirección: Calle Municipio 474 apto. 31 e/ Reforma y Guasabacoa. Luyanó. 10 de Octubre. C.Habana. Telf: 5-2517223; 5-3237251 (cell) y  6991885. Email: victorinotorres@ymail.com                       
C.I. 53122310267

















1.- Título de la  Novela: Dispersión

2.- Autor: Victorino Torres Mendoza:

3.- Objetivo: Atomización de la sociedad cubana contemporánea. La familia Madrigal,  es bombardeada desde el exterior por fuerzas incontrolables. Cambios de hábitos y costumbres centenarios son desplazados por acontecimientos sociales que caen de pronto sobre la nación. Comienza una indescifrable emigración en todas direcciones. El efecto de dispersión no se  nota al principio, pero a medida que transcurren los años el deterioro, la sustitución valores raigales y la aparición de elementos (de todo orden) importados debido a la carestía, son lamentables. La desunión, la lejanía y la discordia son los resultados más evidentes. Novela matizada con pinceladas históricas y recordatorios literarios, que van desde  Espejo de Paciencia hasta el siglo XX, buscando en el lector un contacto consigo mismo a través de su propia historia económica, política y cultural con una visión completamente despojada de cualquier tipo de ideología.
Refleja a través de algunos personajes de la vida real, la partición de la mentalidad del cubano de estos tiempos que van desde un simple trabajador en un insignificante taller, hasta los altos cuadros del gobierno, los cuales brindan  testimonio de una característica  fundamental de su psicología.

4.-Período que abarca: 1959 – 2005
   - 1959 Triunfo de la Revolución
   - 1961 Carácter socialista de la Revolución cubana. Girón. La alfabetización.
   - 1962-63 –Lucha contra bandidos.
   - l965 Salida de cubanos por  el Puerto de Camarioca
   - 1970 La Zafra de los diez Millones
   - 1975…. Internacionalismo Proletario (África: Angola, Etiopía, Namibia,                      
                   etc.   y  Centroamérica…)
   - 1980 Éxodo por el Puerto del  Mariel
   - 1994 Los Balseros (El Maleconazo)
   - l998  La visita de Juan Pablo Segundo: Uno de los acontecimientos religiosos 
               más  importante para los católicos cubanos.
   - 2003 La Primavera Negra. Las Madres de Blanco.
   - 2005-2008 – Enfermedad y Retiro del Presidente de Cuba. La sucesión cae  
  en la   Familia.

5.- Estructura de la Sociedad cubana (ver Organigrama). Sincretismo  
      religioso.

6.-Personajes: Cronología.

Antecedentes: Esclavitud

Teófilo Madrigal: 1872-1967  -     95 años de edad.
Domingo Madrigal: 1905- 1988 – 83 años de edad.
Cecilio Madrigal:   1935- 2005   - 70 años de dad.

   

Cecilio Madrigal Rodríguez, padre, un simple obrero (1935 – 2005)
Alina Valdés Campos, madre profesora de  español en  Primaria. (1954- 1988)
Pedro Pablo Madrigal, (1960, hijo de Cecilio con  Rosa Bencomo que se va del país  por El Puerto de Camarioca y es criado por Alina. Pedro Pablo  va al a guerra  de Angola a los  dieciocho años. Regresa destruido  mentalmente. Se divorcia varias veces, finalmente termina  en un hospital psiquiátrico con trastorno de orden semántico, es decir, desconoce   o se le olvida el significado de las palabras.
Tania Madrigal, (1970 –  ) hija de Alina y Cecilio  igual que Ángel, estudia  
 medicina. Después se va para España mediante la adquisición de la ciudadanía de  su abuela de origen canario. Escribe una Hipótesis sobre  acústica, relacionado con la voz humana, a la que le dedica muchos años de trabajo; sueña publicarla.
Ángel Madrigal: Narrador
                         
Selena: Primera novia del Protagonista por un tiempo y con quien pensaba casarse.  Parte para Estados Unidos  junto con su madre y rompe el                  Noviazgo por este motivo.
Marlene Montes de Oca: Madre de Selena. Se opone resueltamente a este noviazgo.
Tomás Carpenter: Padrastro de Selena. Simpatiza con Madrigal pero no dice una  palabra  por temor a una reprimenda por parte de Marlene.  

Guillermo Aróstegui: Padre de Selena, residente en E.U.  Quien las manda a buscar.

Mario Valdés: Hermano de Alina. Milita en la Oposición Política. Ha estado varias  veces encarcelado por esta participación.
Andrés Madrigal: Hermano de Cecilio. Es un hombre más realista que su hermano.
Edipo: (Alegoría) A través des figura recrear una parte considerable de cultura griega:  mitos y filosofía, como la base que sustenta nuestra cultura occidental.
Lautaro, Odilia y Gilda, amigos de Madrigal durante la primera juventud.
Sr. González: amigo y consejero de la familia Madrigal. Un hombre  de una gran  preparación cultural.
Eduardo Ramonín: Amigo y profesor de  Ángel Madrigal. Un hombre culto pero sin suerte, termina sus días en un barrio de mala muerte, lejos de su familia.
Nora Paz Hullmann: Esposa de  Ángel Madrigal con la que tiene dos hijos y de quien finalmente se divorcia debido a incongruencias inevitables y pesarosas.
Mauricio e Isabel Madrigal, hijos de ambos. Mauricio nace con trastornos  de personalidad y padece trastornos cognitivos. Isabel es diestra, materialista e incisiva  en la búsqueda y consecución de su  bienestar y su felicidad.
Dulce: Madre de Nora. Opuesta desde el principio a ese matrimonio. Deseó para su hija un joven apuesto, profesional: médico, abogado, artista de renombre, o al menos proveniente de una familia acomodada de la clase media por lo menos, Nunca  el hijo de un obrero asalariado.
Margarita Landrián ( 1ra. Esposa de  P. Pablo)
Alejandro Madrigal: 1er. Hijo de P. Pablo
Yordanka: Malevich: 2da. Esposa de P.Pablo.
Katerina Madrigal Malevich: 2da Hija de P. Pablo
Leonor Ojeda: 2da. Esposa de Cecilio Madrigal.
Alejandro Duarte: hijo de Leonor Ojeda.
Amanda Madrigal: hermana de Cecilio.
Arturo: 1er. Novio d Tania.
Francis Vera: 3ra. Esposa de P.Pablo.
Yosi Pérez Vera: hija de Francis e hija adoptiva de P. Pablo.
Augusto Madrigal: hijo de Francis y 3er. Hijo de P. Pablo.
Julia Rosa Bencomo: Madre natural de P. Pablo.
Miriam: Amante ocasional  de P. Pablo.
Magaly: Amiga de P. Pablo
Eulalio: Padrino de P. Pablo.

Cercanos a la familia Madrigal:


Estela: primer amor del protagonista
Carmen Zulueta, muchacha con inquietudes artísticas pero sin instrucción .Sin rumbo en la vida, novia el Sr. González.
La enfermera.
Julia Aranda: abuela de Selena
Clara : tía de Selena.
Teresa: Profesora jubilada de matemáticas.
Evaristo: Profesor disidente.
Encarnación: Amiga de Alina
Rolando: padre de Edipo
Camacho: Ladón y homicida.
Damián; Amigo de Tania.
Alipio: Guajiro.
Neri: novia de Tania.
Anya van Gael: esposa de Ramonín
Élida Zaldívar: compañera de trabajo de Ángel
María del Carmen: esposa del Sr. González.
Félix: hijo del Sr. González, muerto en Angola.
Aurelio: tío de Nora.
Julián : primo inválido de Nora.
Fabricio: 1er. Esposo de Carmen Zulueta.
Marcos: novio de Carmen Zulueta.
Mercedes: Esposa de Rolo.
Rolo: amigo de los Madrigal padre e hijo.
Ariel: padre de Lorenzo. 1er, esposo de Amanda, hermana de Mercedes-
Francisco: padre de Daniel. 2do esposo de Amanda.
Katia: vecina de los Madrigal, trabajadora del Asilo
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