Puede ser discutible si los radicales islamistas siguen o no al pie de la letra el Corán. Lo cierto es que son la cara visible del mundo musulmán y su efecto una amenaza para la existencia de Israel y la estabilidad de la cultura occidental. Su intolerancia es incompatible con los principios básicos que norman la Democracia tal y como los occidentales la concebimos, o sea, los derechos naturales proclamados por Rousseau en la Declaración de los Derechos Inalienables del Hombre e inherentes a su condición humana.
Tras la Primavera Árabe ha llegado el Otoño Extremista. Los que piensan que se puede instaurar democracias donde predomina la ideología ultraconservadora islámica, puede que los haga cambiar de padecer los hechos recientes en Libia donde el embajador norteamericano, un hombre entregado a la causa por la libertad y la constitución de una Libia libre y democrática, recibe como premio la muerte ¡Qué Paradoja!
No puede construirse una democracia donde no hay Tolerancia Religiosa, Libertad de Expresión, Derechos Humanos para todas las Etnias, Respeto y Derechos para las Mujeres y Niños que son violados con la anuencia de sus líderes religiosos, Separación de la Religión y el Estado, Constituciones Laicas, Eliminación de los Bárbaros Castigos infligidos a su población como cortarle una mano a un niño por tomar un pan que calme su hambre o Apedrear a una infeliz mujer hasta matarla por supuesto delitos de adulterio; aun si fue brutalmente violada . Mientras que exista esa corriente de pensamiento predominante, nunca llegará la verdadera redención y libertad al Medio Oriente como a otras regiones de igual influencia. Hablar de Democracia es una quimera irrealizable, al menos, dentro del escenario actual.
Tras la Primavera Árabe ha llegado el Otoño Extremista. Los que piensan que se puede instaurar democracias donde predomina la ideología ultraconservadora islámica, puede que los haga cambiar de padecer los hechos recientes en Libia donde el embajador norteamericano, un hombre entregado a la causa por la libertad y la constitución de una Libia libre y democrática, recibe como premio la muerte ¡Qué Paradoja!
No puede construirse una democracia donde no hay Tolerancia Religiosa, Libertad de Expresión, Derechos Humanos para todas las Etnias, Respeto y Derechos para las Mujeres y Niños que son violados con la anuencia de sus líderes religiosos, Separación de la Religión y el Estado, Constituciones Laicas, Eliminación de los Bárbaros Castigos infligidos a su población como cortarle una mano a un niño por tomar un pan que calme su hambre o Apedrear a una infeliz mujer hasta matarla por supuesto delitos de adulterio; aun si fue brutalmente violada . Mientras que exista esa corriente de pensamiento predominante, nunca llegará la verdadera redención y libertad al Medio Oriente como a otras regiones de igual influencia. Hablar de Democracia es una quimera irrealizable, al menos, dentro del escenario actual.
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