La ciudad siempre
corre. Todos se apresuran hacia algún lugar. Los automóviles se desplazan cual
objetos autónomos; accionan el claxon, giran a tropel en las esquinas. Los
edificios yacen como pirámides: envueltos en aureolas de mundos de galaxias
desconocidas. Pero tienen algo de seres independientes también… ¡no, no, no se
esfuerce! ahí tampoco encontrará ningún ser humano, ni siquiera un pobre diablo
con quien comentar sobre el tiempo.
Aún las estrellas,
abochornadas, decidieron abandonar el cielo después de miles de años juntos y
hasta el color azul se ha enlutado de gris.
En este mundo no germinaría
la poesía de Garcilaso de la Vega y la enigmática sonrisa de la Mona Lisa seria
solo una mueca de terror para Da Vinci. Ni siquiera un verso de amor escolar
tiene cabida en esta bruma… ¿Pero qué hago? Yo dándole a la lengua y todavía no me
he puesto las baterías ENERGIZER para presto darle PUSH a mi TURN ON, pues ya
olvidaba que soy solo otro androide más con ínfulas de filosofo… Bueno SO LONG amigo,
la ciudad me llama.
La figura fosforescente
lo observa alejarse; mira en derredor y decide regresar a la nave para informar
a la base que ni en el año 3994 los terrícolas están aptos para convivir
con sus vecinos del espacio.
12-27-1994
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