Buscándola ando desde el amanecer
La de los ojos de luz y risa de encanto
Dueña de los días, reina del anochecer
Se ha escabullido cual la voz del canto
La raptaron los duendes del tiempo
Que a prisa vuelan sin miramiento
O será acaso un maleficio incierto
Haber arrancado la rosa del injerto
Sola, triste, vagando calles del pasado
Tras las huellas inertes de un fantasma
Que sin piedad le exprime a ella su alma
Y del padre extirpa el beso más amado
Una impostora le usurpó su nombre
Vestida de alhajas; desnuda de flores
¿Dónde dormirá mi pequeña sin soles?
Ella que fuera el orgullo del hombre
Tal vez fue mi culpa, tal vez de ella fue
Que sólo ame la niña, que no a la mujer
¿Quién le robó a su abrazo el candor?
Diga usted, por clemencia, quién, Señor
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