Ha sido un efecto
déjà vu con veinte años de tardanza. El mar revuelto con su color azul intenso, olas cual fauces de un gran monstruo presto a
devorar una más; frágil y endeble portadora de suicidas náufragos que
enfrentan la muerte para dejar de vivir muriendo. Los he vuelto a ver cuándo había logrado
escabullirlos en mi memoria. Como aquel 17 de agosto de 1994 sigue flotando en ese mar
de esperanzas a una vida decente, aun sabiendo que juegan a la ruleta rusa y que
tal vez siquiera puedan darle un último beso a la madre o los hijos que huérfanos
quedarán. Los he visto desde el confort
del Carnival Conquest un crucero lleno
de pasajeros vacacionistas, quienes mayormente los han visto como parte del algún
show más o la causa del retraso en el itinerario; indiferentes al dolor de todo un pueblo, no
por maldad, sino por ignorancia de un drama puesto en escena por 55 años.
Ayer regresábamos de nuestra gira por el caribe,
pasando justo por la costa norte de Cuba
-a unas 30 millas aproximadamente- entre Pinar del Rio y La Habana. El crucero se detuvo, mientras el capitán anunciaba la causa: habían avistado a unos balseros en una frágil embarcación.
Nos detendríamos y se les daría atención médica, alimentos y agua antes de
llamar al Coast Guard para ser procesados de acuerdo a las leyes de inmigración
de los Estados Unidos. Enseguida una
multitud se dirigió el lado norte donde se divisaban a los dos improvisados
marineros. Sentí un nudo en la garganta
y el flujo de lágrimas irreverentes. Apenado, traté de
serenarme y esconder esos sentimientos reprimidos, pero, para mi sorpresa,
cuando mire en derredor descubrí otros hombres y mujeres, balseros como yo,
llorando ese dolor común que nos unen a todos los cubanos. Una vez que los recogieron, la balsa hecha de poli espuma quedó
a la deriva. Nítidamente se podía ver que llevaban agua, chicharrones de
puerco y algunas galleticas. No lo pude remediar, volví al ver las balsas vacías
ensangrentadas como hace exactamente 20
años y al fin, sin pudor, pude llorar liberando el dolor que llevaba encerrado
por tanto tiempo. Lloré por los padres y los hijos de esos balseros que el mar se tragó y nunca llegaron a tierra. Que en paz
descansen sus almas.
Miami, FL 20 de julio, 2014
Una experiencia inolvidable tanto para ti como para esos vacacionistas! Lo positivo de este incidente es que mucha gente pudo ver con sus propios ojos la realidad y desesperacion del pueblo cubano. Por lo menos esa gente no va a continuar siendo apatica, ignorante, y/o engañada por la propaganda de los Castros.
ReplyDeleteLa utlima parte del video parece una burla del destino, cuando la tripulacion del crucero le extiende a los balseros salvavidas antes de subirlos al barco y entregarlos al guardacostas norteamericos.