Cuarta Ronda
Tío Andrés murió después de una prolongada enfermedad. En
su juventud fue marinero mercante en la época en que el país estaba cercado con
alambres de púa e hilos eléctricos casi invisibles para que muriera el que
hiciera contacto con ellos intentando cruzar la frontera de agua. Tío hizo un
dinerito pero lo derrochó en placeres. Fue, lo que se llama un super hedonista.
Mujeriego, parrandero y buena gente.
Con extrañeza indebida observé la forma en que la
enfermera le apartaba el pene flácido (semejante a un pedacito de trapo) para limpiarle el suero derramado sobre el vientre. Constantemente se le zafaba la aguja de la
vena del brazo y cuando eso ocurría, el líquido
rodaba hasta los testículos, parecidos a dos bolitas de algodón, igual a
las que traen en la cabeza los muñequitos de navidad.
Me quedaba con Tío Andrés dos veces por semana en el
hospital Los Abelinos, toda la noche. Nos rotábamos para cuidarlo: mi hermano
Juan, su hija y yo. Tarambana y parrandero, eso fue Andrés. Cuando murió mi
madre, él nos ayudó muchísimo, hay que reconocerlo. Gracias a la solvencia económica del tío, mi hermano Juan es médico, yo pude terminar
el Tecnológico graduándome como
Dibujante Técnico, no trabajo en
eso, pero me gradué que era lo importante en esa época en que no se soñaba con
ser cuenta propista; más tarde me dediqué a la carpintería, por esa vía entraba la
moneda convertible. De nosotros, la que más tiempo se quedaba en el hospital
era su hija Josefa. El otro hijo, Nelson, evadía las guardias siempre con
pretextos inconclusos, no le obligábamos.
No me gustan los hospitales-
nos decía Nelson con franqueza.
A nosotros tampoco y nos
quedamos- le contestábamos de mal humor.
¿A Juan tampoco?- se refería a
mi hermano siempre con sarcasmo.
No seas duro con Juan, lo visita todos los días.
No faltaba más… gracias al
viejo es médico.
¿Te duele eso?, debía alegrarte.
Estos hospitales me deprimen,
de veras- le creímos.
No discutimos más con él. Nelson es una persona parecido
a una ostra. Vive encerrado en sus propios problemas, mira a todo el mundo pero
no ve a nadie. Probablemente padezca de
la apatía del espectador. Fue imposible
llegar a un arreglo con él acerca de las guardias debido a que a veces
estábamos muy cansados y él podía constituir un alivio si nos hubiera
ayudado. Andrés no fue un santo, ni
siquiera un hombre virtuoso en el sentido corriente, no filosófico del término.
Sin embargo creemos que un buen padre sí
fue.
Nora, esposa de Nelson fue una vez al hospital a ver a
Andrés. En ese tiempo Nora tenía tres meses de embarazo y no la estaba
pasando bien, entonces el doctor que atendía la sala de terapia intermedia le
prohibió las visitas. No vimos más a Nora,
vivía al otro extremo de la ciudad. En todos estos años un suceso nos ha
llamado profundamente la atención. Es un evento que se desliga de nuestras
experiencias cotidianas no triviales.
Una semana antes de morir Tío Andrés, siendo alrededor de las dos de la madrugada y
estando yo a su lado medio dormido en un sillón, me despertó con estas palabras:
La pelota… ¡Cógela, se va a caer, seguramente se caerá si
no la tomas con tu mano!
Tío, ¿de qué pelota está usted hablando?, le dije
contrariado.
Indudablemente – pensé no contrariado- el Tío deliraba o
soñaba.
Sin embargo
después de aquella frase quedó totalmente inconsciente. De ese evento
completamente intrascendente no volvió a
pronunciar palabras. Fui el último en escucharle. Moría exactamente siete días
más tarde a las dos de la madrugada.
Después de su muerte,
se cerraba una etapa en nuestra familia. Tío Andrés funcionaba como un
eslabón imprescindible para la unión de
la familia. Desaparecido él, los vínculos entre pr se aflojaron notablemente. Me distancié de
los primos. También saqué la licencia para poner una carpintería. Estuve por espacio
de cuatro años enfrascado en reparar la casa, del trabajo de la confección de
muebles para el hogar. Los impuestos del gobierno eran de temer. Realmente no tenía tiempo sobrante.
Cierto día –años después- me topé en la calle con Nelson.
Me abrazó sentidamente, luego me dijo:
¡Qué sinvergüenza
eres primo, no has ido más por casa! Ni siquiera conoces a Andresito, ¡qué
horror! Dijo cariñosamente. No puedes estar bravo porque nadie te ha hecho
nada, digo yo.
La vieja, la madre de Marlene –mi esposa- enfermó, tengo
lo de la carpintería… en fin.
Lo sé, lo sé primo, pero ve por allá, que no se diga,
¿cuándo vas a ir?
No me gusta hacerme rogar, el domingo éste, ¿Te parece bien?
De acuerdo.
Nos despedimos y el domingo entrante lo visité.
Nora preparó una un almuerzo espléndido. Me dio pena
hicieran ese despliegue. Son gente
trabajadoras y asalariadas a los que nunca les alcanza el salario del
mes para cubrir los gastos esenciales. La situación económica no está para
gastas no planificados. Por otra parte,
no me merezco atenciones especiales. Retengo en la memoria a largo plazo la
doctrina de Hui-ssu, el moje budista que meditó
varias décadas en el Sutra del Loto y que rechazaba todo tipo de trato que
constituyeran indicios de una distinción hacia su persona pues lo
consideraba un obstáculo para alcanzar la iluminación.
Soy un simple tipo que trata de llevar a hechos la poca bondad que anido en el corazón. Le
hago un favor a cualquier persona, eso es todo.
He comprobado con regocijo y tristeza que un bien como un
mal siempre retornan. Esa actitud ha dado lugar a equívocos. Algunos me dicen:
Eres una gran persona. O también: Hablando contigo se recupera la fe en la
vida, o cosas parecidas e insulsas. No lo creo
porque soy pesimista por vocación y tolerante por naturaleza. Un individuo que piensa todo el tiempo en sus
problemas personales muy parecido al primo Nelson, eso es una mediocridad. Por
tal motivo no lo juzgo con dureza. Me
percato de ello, debe ser ahí donde está la diferencia. Trato de corregir en lo
posible los trazos del egoísmo pero casi nunca lo logro con eficacia. Es algo que no he podido remediar.
Ven para el patio a coger un
poco de fresco- dijo Nora, la esposa del Nelson.
Fuimos los tres para allá. Andresito, ligeramente
cohibido, me miró de soslayo, me extendió un guante de pelotero.
Ponte allí – le dije tirándole la pelota. Así estuvimos
un rato pero en un momento dijo:
¡La pelota.., Cógela,
se va a caer, seguramente se caerá si no la tomas con tu mano!
En efecto la pelota amarilla había ido rodando hasta el
borde de un gran hueco al final del patio por donde no dejaban jugar al niño.
Quedé sorprendido, porque Andresito tenía dificultad para pronunciar las
palabras con claridad, lo estaban tratando con un logopeda por ese motivo.
Hay una ley
cósmica que predice la rotación de doce anillos, estableciendo entre ellos una
dependencia infranqueable para cualquier
acontecimiento por diminuto e insignificante que parezca. El sufrimiento de Tío
Andrés, no fue más una parte de ese ciclo de rotaciones que todos, más tarde o más
temprano cursaremos, una especie de ronda aparentemente intransitable para los
humanos, pero es el precio de esta dádiva que es la vida.
Amistad
Cada persona tiene una trayectoria recorrida y otra por recorrer en un tiempo
desconocido a tu percepción sensorial. De todas formas caminas el trayecto y quiéralo
o no y lo terminas el día de tu propia muerte. Nada queda en las manos. Nada en
los bolsillos. Tienes que abrirlas y soltar lo que creíste eran posesiones personales. Mientras no terminas,
van acaeciendo diminutas muertes – sentimentales, emocionales, de la memoria y
del deseo, que van señalando a los más despiertos- el tramo por recorrer
El asunto al que voy a referirme es completamente baladí;
experiencia estrictamente personal, es decir, intransferible a otro ser humano
por la incomprensible razón, de que cada
persona en el fondo, su alma está vacía y por tal motivo ansía unirse a algo que le de consistencia. Porque se siente
sin asideros aunque esté repletos de aparentes ganchos. Los iluminados sólo
señalan el camino. Para ello, se valen de sermones, parábolas, alegorías,
visiones, máximas, proverbios y hasta acertijos; (como es el caso de Sófocles en Edipo Rey), pero las palabras no importan,
esa claridad hay que soñarla e intuirla
mediante la bondad de cada uno de nosotros. Insignificante como es esta
experiencia, forma parte de mi ciclo vital. Veamos
Hace unos años me
invitó mi amigo Raimundo a una
actividad por su aniversario de santo.
(Raimundo tiene hecho Obbatalá). Fui de los primeros en llegar con el
objetivo de ayudarlo en los preparativos; él me lo había solicitado meses atrás.
Necesitaba que lo ayudara a matar un par
de cerdos para los invitados a su fiesta.
Me encargué de mantener el agua caliente alejando a los
niños del fuego. Siempre es provechoso evitar accidente. No había mucho espacio
en la casa. A una señal mía, los hombres sacaron los cerdos del corral, situados en el patiecito
de la casa de Raimundo. Me entretuve atizando la candela cuando de pronto todo
mi cuerpo vibró al ser rajado el aire por
un estridente chillido de dolor. Al voltearme, observé en suspenso cómo mi primo Raimundo había clavado un enorme cuchillo en la
garganta al pobre cerdo. Esperó un largo rato con el cuchillo dentro del animal.
No obstante, el infeliz no acababa de morir. Me asusté un poco, nunca había
visto matar tan torpemente un cerdo. Raimundo introducía y sacaba varias veces
el enorme cuchillo, pero nada, el cerdo
se negaba a abandonar la vida. Entonces varios hombres se aproximaron y lo
sujetaron con fiereza extrema. El matador, completamente ebrio, no acertaba a
dar en el corazón de la víctima. Después de un tenso forcejeo el cerdo
ensangrentado quedó quieto. Todos nos calmamos dejando escapar un suspiro de
alivio. Algunos niños pequeños habían estado llorando del susto aunque no
faltaron risas celebrando la ocasión.
Cuál no sería la sorpresa
de los presentes, cuando de pronto y sin que nadie se percatara, el
cerdo malherido se levantó y salió corriendo medio moribundo por toda la calle.
Algunos se asustaron una enormidad,; otros rieron ante acontecimiento tan
inusual.
Al ver aquel espectáculo, Raimundo entró encolerizado a la casa. Al
instante salió como un bólido hacha en
mano. Corrió tras el animal y acabó con él en medio de la calle a hachazos por
todas partes. Allí mismo – sobre el asfalto repleto de polvo ensangrentado - lo
descuartizó con ayuda de otros hombres también intoxicados de alcohol entre
risas y jaranas. Arrastraron los pedazos, los pelaron. Unos instantes después aquel
material se convirtió en chicharrones. La fiesta había comenzado. Sonaron los
pitos de los niños. La gente empezó a bailar y
olvidaron lo ocurrido. El otro cerdo fue matado sin premura y con eficiencia por otros invitados escogidos, dada su destreza en estos
menesteres.
Al cabo de dos
horas aproximadamente, cuando me entregaron
mi bufé, algo me impidió ingerir aquella carne. Llegaba a mi memoria
la escena grotesca del sacrificio, la sangre en la calle; el hacha cayendo una
y vez sobre el animal inerte. Y desde aquel día decidí no comer nunca más
carne de cerdo. Hice extensiva mi renuncia, más tarde, a todo tipo de carne. Me
volví vegetariano e hice el siguiente compromiso: Si alguien tiene que morir
para poderme alimentar, entonces renuncio en beneficio de los otros. Gracias a
Dios – de este evento hace doce años- no he cambiado un ápice mi resolución.
Aquel lejano día, cuando miré de soslayo al cerdo,
percibí una tristeza infinita en sus ojos. Por un brevísimo instante me miró y
era como si me hubiera dicho: ¿No piensa usted nacer nada compañero?
No me atreví a hacer nada delante de la cólera de los
demás hombres en aquellos momentos. La ira
inundaba completamente el ambiente y esa ira de los hombres intoxicados
hizo aflorar mi vileza, tal vez mi cobardía. A pesar de mi debilidad y en
homenaje a aquel llamado silencioso, tomé la decisión ya conocida. A partir de aquel momento – no lo imaginé ni remotamente – mi
trayectoria vital tomó un rumbo imprevisto.
Me ha sido concedida la posibilidad de poder ayudar a los demás no sólo en la
imaginación o en medio del confort de mi
habitación; donde siempre había dado solución a grandes problemas. Ahora
pertenezco a la Congregación de los Asiduos. No dedicamos más de cuatro
horas del día a nuestras necesidades personales. Este grupo ha sido bendecido
con el entusiasmo de no tener personalidad,
así lo consideramos. Somos voluntarios que ayudamos en los hospitales y desamparados de todo tipo. No
poseemos casi nada material, sin embargo nos reconforta el hecho de saber que
alguien anónimo aprecia infinitamente las pocas cosas que podemos brindarles.
Un alma generosa nos donó la cantidad con se adquirió el Castillo de la Loma de Curé, allá frente al
puerto. Un evento cualquiera, diminuto, puede desatar la bondad que anida, dormida, en tu corazón.
Victorino Torres Mendoza
Nació en la ciudad de Camagüey. Es Técnico-Profesional en
Economía del Trabajo, estudió Música y es graduado de la Facultad de Artes y Letras, en la especialidad de
Literatura Cubana de la Facultad de filología,
Universidad de la Habana.
Ha publicado
cuentos en la Revista
RIL (1984). En VIVARIUM, de la Arquidiócesis de la
Habana , (1995) publicó
la primera parte de una
investigación relacionada con el impacto
psicológico de la voz humana y las estructuras lingüístico-musicales,
contenidas el habla. Fragmentos de este
estudio aparecieron en la revista Bohemia
(1984). Es autor de los siguientes Poemario: Glifos 1980. Paisaje
urbano 1990. Hechiceros 1993. Los Brujos 1994. Arterias de
mármol 1998. Voces (1999), Quemdar (2003), Tangencias
(2006). También ha escrito relatos: Los Herejes (1990) y el libro de
cuentos Narraciones Breves (2005). Acercamiento a los Sutras
(Ensayo sobre Budismo) y Acordes Naturales (2007); una hipótesis sobre
el acoplamiento armónico de las escalas
interiores, basada en los efectos vibratorios
de los fonemas y las curvas melódicas que describen las intensiones
humanas. Ha confeccionado una Antología de Cuentos (2012);
nacimiento, desarrollo y perfección de este género literario, recomendable
material didáctico para los cultivadores de este género. Ha escrito además la
novela titulada Dispersión (2013), la cual trata sobre la atomización de
la familia cubana como resultado del distanciamiento forzoso de sus miembros.
Ha trabajado como guionista en la emisora nacional Radio Progreso y ha realizado labores de
museólogo en la Institución de Cultura
del Museo Municipal 10 de Octubre.
Actualmente se desempeña como profesor e
investigador.
Dirección: Calle Municipio 474 apto. 31 e/ Reforma y
Guasabacoa. Luyanó. 10 de Octubre. C.Habana. Telf: 5-2517223;
5-3237251 (cell) y 6991885. Email: victorinotorres@ymail.com
C.I. 53122310267
1.- Título de la
Novela : Dispersión
2.- Autor: Victorino
Torres Mendoza:
3.- Objetivo:
Atomización de la sociedad cubana contemporánea. La familia Madrigal, es bombardeada desde el exterior por fuerzas
incontrolables. Cambios de hábitos y costumbres centenarios son desplazados por
acontecimientos sociales que caen de pronto sobre la nación. Comienza una
indescifrable emigración en todas direcciones. El efecto de dispersión no se nota al
principio, pero a medida que transcurren los años el deterioro, la sustitución
valores raigales y la aparición de elementos (de todo orden) importados debido
a la carestía, son lamentables. La desunión, la lejanía y la discordia son los
resultados más evidentes. Novela matizada con pinceladas históricas y
recordatorios literarios, que van desde
Espejo de Paciencia hasta el siglo XX, buscando en el lector un contacto
consigo mismo a través de su propia historia económica, política y cultural con
una visión completamente despojada de cualquier tipo de ideología.
Refleja a través de
algunos personajes de la vida real, la partición de la mentalidad del cubano de
estos tiempos que van desde un simple trabajador en un insignificante taller,
hasta los altos cuadros del gobierno, los cuales brindan testimonio de una característica fundamental de su psicología.
4.-Período que
abarca: 1959 – 2005
- 1959 Triunfo de la Revolución
- 1961 Carácter socialista de la Revolución cubana.
Girón. La alfabetización.
- 1962-63 –Lucha contra bandidos.
- l965 Salida de cubanos por el Puerto de Camarioca
- 1970 La Zafra de los diez Millones
- 1975…. Internacionalismo Proletario
(África: Angola, Etiopía, Namibia,
etc. y
Centroamérica…)
- 1980 Éxodo por el Puerto del Mariel
- 1994 Los Balseros (El Maleconazo)
- l998
La visita de Juan Pablo Segundo: Uno de los acontecimientos
religiosos
más importante para los católicos cubanos.
- 2003 La Primavera Negra.
Las Madres de Blanco.
- 2005-2008 – Enfermedad y Retiro del
Presidente de Cuba. La sucesión cae
en la
Familia.
5.- Estructura
de la Sociedad
cubana (ver Organigrama). Sincretismo
religioso.
6.-Personajes:
Cronología.
Antecedentes:
Esclavitud
Teófilo Madrigal:
1872-1967 - 95 años de edad.
Domingo Madrigal:
1905- 1988 – 83 años de edad.
Cecilio
Madrigal: 1935- 2005 - 70 años de dad.
Cecilio Madrigal
Rodríguez, padre, un simple obrero (1935 – 2005)
Alina Valdés Campos, madre profesora de español en Primaria. (1954- 1988)
Pedro Pablo
Madrigal, (1960, hijo de Cecilio con Rosa Bencomo que se va del país por El Puerto de Camarioca y es criado por
Alina. Pedro Pablo va al a guerra de Angola a los dieciocho años. Regresa destruido mentalmente. Se divorcia varias veces,
finalmente termina en un hospital
psiquiátrico con trastorno de orden semántico, es decir, desconoce o se le olvida el significado de las
palabras.
Tania Madrigal, (1970 – ) hija de Alina y
Cecilio igual que Ángel, estudia
medicina. Después se va para España mediante
la adquisición de la ciudadanía de su
abuela de origen canario. Escribe una Hipótesis sobre acústica, relacionado con la voz humana, a la
que le dedica muchos años de trabajo; sueña publicarla.
Ángel Madrigal: Narrador
Selena: Primera novia del Protagonista por un tiempo y con quien pensaba casarse. Parte para Estados Unidos junto con su madre y rompe el Noviazgo por este motivo.
Marlene Montes de
Oca: Madre de Selena. Se opone resueltamente a este
noviazgo.
Tomás Carpenter: Padrastro de Selena. Simpatiza con Madrigal pero no dice una palabra
por temor a una reprimenda por parte de Marlene.
Guillermo Aróstegui: Padre de
Selena, residente en E.U. Quien las
manda a buscar.
Mario Valdés: Hermano de Alina. Milita en la Oposición Política.
Ha estado varias veces encarcelado por
esta participación.
Andrés Madrigal: Hermano de Cecilio. Es un hombre más realista que su hermano.
Edipo: (Alegoría) A través des figura recrear una parte considerable de cultura
griega: mitos y filosofía, como la base
que sustenta nuestra cultura occidental.
Lautaro, Odilia y
Gilda, amigos de Madrigal durante la primera juventud.
Sr. González: amigo y consejero de la familia Madrigal. Un hombre de una gran
preparación cultural.
Eduardo Ramonín: Amigo y profesor de Ángel Madrigal.
Un hombre culto pero sin suerte, termina sus días en un barrio de mala muerte,
lejos de su familia.
Nora Paz Hullmann: Esposa de Ángel Madrigal con la
que tiene dos hijos y de quien finalmente se divorcia debido a incongruencias
inevitables y pesarosas.
Mauricio e Isabel Madrigal, hijos de ambos. Mauricio nace con trastornos de personalidad y padece trastornos
cognitivos. Isabel es diestra, materialista e incisiva en la búsqueda y consecución de su bienestar y su felicidad.
Dulce: Madre de
Nora. Opuesta desde el principio a ese matrimonio. Deseó para
su hija un joven apuesto, profesional: médico, abogado, artista de renombre, o
al menos proveniente de una familia acomodada de la clase media por lo menos,
Nunca el hijo de un obrero asalariado.
Margarita Landrián ( 1ra. Esposa de P. Pablo)
Alejandro Madrigal: 1er. Hijo de P. Pablo
Yordanka: Malevich: 2da. Esposa de P.Pablo.
Katerina Madrigal
Malevich: 2da Hija de P. Pablo
Leonor Ojeda: 2da. Esposa de Cecilio Madrigal.
Alejandro Duarte: hijo de Leonor Ojeda.
Amanda Madrigal: hermana de Cecilio.
Arturo: 1er. Novio d Tania.
Francis Vera: 3ra. Esposa de P.Pablo.
Yosi Pérez Vera: hija de Francis e hija adoptiva de P. Pablo.
Augusto Madrigal: hijo de Francis y 3er. Hijo de P. Pablo.
Julia Rosa Bencomo: Madre natural de P. Pablo.
Miriam: Amante ocasional de P. Pablo.
Magaly: Amiga de P. Pablo
Eulalio: Padrino de P. Pablo.
Cercanos a la
familia Madrigal:
Estela: primer amor del protagonista
Carmen Zulueta, muchacha con inquietudes artísticas pero sin instrucción .Sin rumbo en la
vida, novia el Sr. González.
La enfermera.
Julia Aranda: abuela de Selena
Clara : tía de Selena.
Teresa: Profesora jubilada de matemáticas.
Evaristo: Profesor disidente.
Encarnación: Amiga de Alina
Rolando: padre de Edipo
Camacho: Ladón y homicida.
Damián; Amigo de Tania.
Alipio: Guajiro.
Neri: novia de Tania.
Anya van Gael:
esposa de Ramonín
Élida Zaldívar:
compañera de trabajo de Ángel
María del Carmen: esposa del Sr. González.
Félix: hijo del Sr. González, muerto en Angola.
Aurelio: tío de Nora.
Julián : primo inválido de Nora.
Fabricio: 1er. Esposo de Carmen Zulueta.
Marcos: novio de Carmen Zulueta.
Mercedes: Esposa de Rolo.
Rolo: amigo de los Madrigal padre e hijo.
Ariel: padre de Lorenzo. 1er, esposo de Amanda, hermana de Mercedes-
Francisco: padre de Daniel. 2do esposo de Amanda.
Katia: vecina de los Madrigal, trabajadora del Asilo
Otros…
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