NO VENDEMOS BETÚN
Con sus imponentes 300 libras enmarcando 6 pies y medio de estatura, le repetía al
cliente una y otra vez - ya algo enfadado- que no teníamos betún. Salí de la oficina para ver que sucedía. Para
mi sorpresa, encontré a un joven afroamericano
de pelo enmarañado con un cepillo capilar en las manos. Indago con mi socio que sucedía y me dice: “llevo rato explicándole que no vendemos betún
para zapatos, pero sigue insistiendo”. Entonces me dirijo al señor y le
pregunto en inglés: how can I help you?
Con cara de sufrimiento y las piernas apretadas me dice: Please, do you have a bathroom? Al darme cuenta que necesitaba
con urgencia evacuar su vejiga le indique donde estaba el baño. Nada, mi socio había confundido bathroom (bazrum)
con betún para zapatos al verlo con un cepillo en las manos.
WRONG HOLE!
La productividad del trabajo es un orgullo en los
Estados Unidos. Pero también trae sus inconvenientes. Una asistente de
enfermera (CNA en inglés) me cuenta que debía asear diariamente una cantidad
considerable de pacientes muy ancianitos, además de suministrarles los medicamentos
requeridos. El trabajo era agotador. Al final de la jornada, le correspondía su
turno a Ms. Helen. Una simpática ancianita
americana quien siempre le sonreía a pesar de estar aquejada por el Alzhéimer. Físicamente,
era extremadamente delgada y frágil, por lo que tomaba especial cuidado en su
atención para no lastimarla La tarde en cuestión, después de bañarla y antes de
vestirla, debía colocarle vía anal un supositorio prescripto por su doctor. Are
you ready? Le preguntó a la paciente quien como era habitual solo sonrió. La asistente procedió entonces a colocarle el
supositorio. Para su sorpresa, Ms. Helen comenzó a gritar: “wrong hole, wrong
hole! Nuestra CNA se había equivocado de
orificio por algo menos de una pulgada.
COMPRANDO GROSERÍAS
Ambos trabajaban para los servicios de traducción vía
telefónica. Cada tarde, de la agencia Language Services llamaban a los esposos para conocer el horario
en que podían pasarles llamadas de los
hospitales, la policía o donde hiciera falta traducir del inglés al español o
viceversa. Cada día, él o ella contestaban al teléfono y reportaban las horas
que estarían disponibles. Una tarde de
frio invernal, el refrigerador pedía a gritos que compraran alimentos. Por lo
que decidieron ir al mercado primero y después reportar a la agencia. Ya casi
iban saliendo cuando sonó el teléfono. Kathy, la encargada de llamarlos por
Language Service se adelantó y los llamó antes de la hora usual. La esposa
contestó precipitadamente: Kathy, lo siento, pero ahora mi esposo y yo vamos
comprar unas cuantas “groserías” y no vamos a estar disponible”. Al notar el
error de españolizar el término en inglés groceries
por groserías comenzaron a reír y
colgaron el teléfono apenados porque Kathy tal vez pensó que iban a una tienda
de adultos. Cosas de las lenguas de Shakespeare y Cervantes.
SOY UN OFICIAL DE POLICIA
Carmita era la profesora más querida de la
secundaria de Campo Florido. De carácter jovial, voz dulce y una sonrisa siempre a flor de
labios enseñaba Biología e inglés. Era
de esas personas cuya aura envolvía y alegraba a los alumnos estimulándolos a aprender. No recuerdo que nadie
osara interrumpir sus clases y menos que le llamara la atención algún chico por indisciplina. Todos se extasiaban escuchándola
y sus lecciones sentaban cátedra. En la clase de 9no grado teníamos a un
personaje singular, al que todos conocíamos por su apellido: Macklin. De abuelos
jamaiquinos, aunque el “inglés” estaba peleado con él, como solía decir, su
apellido fue “cubaneado” y todos le llamabamos “Miclin”. Una mañana de 1974,
Carmita nos enseñaba las diferentes formas del verbo TO BE y sus contracciones.
Cuando le tocó el turno a Miclin, la profesora le pidió que usara la contracción apropiada para la oración
“I am a policeman”. Ni lento ni perezoso, Miclin contestó con toda
seguridad: Ai me apolisman. Carmita sonrió
y con su especial sentido del humor pidió a la clase: Por favor, quien le esté haciendo daño a Miclin que pare ya. Se
pueden imaginar, el aula se vino abajo en carcajadas incluyendo al bueno de
Miclin.
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