Tuesday, January 20, 2015

Narraciones Breves de Victorino Torres

Cuarta Ronda

Tío Andrés murió después de una prolongada enfermedad. En su juventud fue marinero mercante en la época en que el país estaba cercado con alambres de púa e hilos eléctricos casi invisibles para que muriera el que hiciera contacto con ellos intentando cruzar la frontera de agua. Tío hizo un dinerito pero lo derrochó en placeres. Fue, lo que se llama un super hedonista. Mujeriego, parrandero y buena gente.

Con extrañeza indebida observé la forma en que la enfermera le apartaba el pene flácido (semejante a un pedacito de trapo) para  limpiarle el suero derramado sobre el vientre.  Constantemente se le zafaba la aguja de la vena del brazo y cuando eso ocurría, el líquido  rodaba hasta los testículos, parecidos a dos bolitas de algodón, igual a las que traen en la cabeza los muñequitos de navidad.

Me quedaba con Tío Andrés dos veces por semana en el hospital Los Abelinos, toda la noche. Nos rotábamos para cuidarlo: mi hermano Juan, su hija y yo. Tarambana y parrandero, eso fue Andrés. Cuando murió mi madre, él nos ayudó muchísimo, hay que reconocerlo. Gracias a la solvencia  económica del tío,  mi hermano Juan es médico, yo pude terminar el Tecnológico graduándome como  Dibujante  Técnico, no trabajo en eso, pero me gradué que era lo importante en esa época en que no se soñaba con ser cuenta propista; más tarde me dediqué  a la carpintería, por esa vía entraba la moneda convertible. De nosotros, la que más tiempo se quedaba en el hospital era su hija Josefa. El otro hijo, Nelson, evadía las guardias siempre con pretextos inconclusos, no le obligábamos.

No me gustan los hospitales- nos decía Nelson con franqueza.
A nosotros tampoco y nos quedamos- le contestábamos de mal humor.
¿A Juan tampoco?- se refería a mi hermano siempre con sarcasmo.
No seas duro con Juan,  lo visita todos los días.
No faltaba más… gracias al viejo es médico.
¿Te duele eso?, debía alegrarte.
Estos hospitales me deprimen, de veras-  le creímos.

No discutimos más con él. Nelson es una persona parecido a una ostra. Vive encerrado en sus propios problemas, mira a todo el mundo pero no ve a nadie. Probablemente padezca  de la apatía del espectador. Fue  imposible llegar a un arreglo con él acerca de las guardias debido a que a veces estábamos muy cansados y él podía constituir un alivio si nos hubiera ayudado.  Andrés no fue un santo, ni siquiera un hombre virtuoso en el sentido corriente, no filosófico del término. Sin embargo creemos que  un buen padre sí fue.

Nora, esposa de Nelson fue una vez al hospital a ver  a  Andrés. En ese tiempo Nora tenía tres meses de embarazo y no la estaba pasando bien, entonces el doctor que atendía la sala de terapia intermedia le prohibió las visitas. No vimos más a Nora,  vivía al otro extremo de la ciudad. En todos estos años un suceso nos ha llamado profundamente la atención. Es un evento que se desliga de nuestras experiencias cotidianas no triviales.

Una semana antes de morir Tío Andrés,  siendo alrededor de las dos de la madrugada y estando yo a su lado medio dormido en un sillón, me despertó  con estas palabras:
La pelota… ¡Cógela, se va a caer, seguramente se caerá si no la tomas con tu mano!
Tío, ¿de qué pelota está usted hablando?, le dije contrariado.                                                                     
Indudablemente – pensé no contrariado- el Tío deliraba o soñaba.
 Sin embargo después de aquella frase quedó totalmente inconsciente. De ese evento completamente intrascendente no  volvió a pronunciar palabras.   Fui el último  en escucharle. Moría exactamente siete días más tarde a las dos de la madrugada.

Después de su muerte,  se cerraba una etapa en nuestra familia. Tío Andrés funcionaba como un eslabón imprescindible  para la unión de la familia. Desaparecido él, los vínculos entre pr  se aflojaron notablemente. Me distancié de los primos. También saqué la licencia para poner una carpintería. Estuve por espacio de cuatro años enfrascado en reparar la casa, del trabajo de la confección de muebles para el hogar. Los impuestos del gobierno eran de temer.   Realmente no tenía tiempo sobrante.

Cierto día –años después- me topé en la calle con Nelson. Me abrazó sentidamente, luego me dijo:
¡Qué sinvergüenza  eres primo, no has ido más por casa! Ni siquiera conoces a Andresito, ¡qué horror! Dijo cariñosamente. No puedes estar bravo porque nadie te ha hecho nada, digo yo.
La vieja, la madre de Marlene –mi esposa- enfermó, tengo lo de la carpintería… en fin.
Lo sé, lo sé primo, pero ve por allá, que no se diga, ¿cuándo vas a ir?
No me gusta hacerme rogar, el domingo  éste, ¿Te parece bien?
De acuerdo.

Nos despedimos y el domingo entrante lo visité.
Nora preparó una un almuerzo espléndido. Me dio pena hicieran ese despliegue. Son gente  trabajadoras y asalariadas a los que nunca les alcanza el salario del mes para cubrir los gastos esenciales. La situación económica no está para gastas  no planificados. Por otra parte, no me merezco atenciones especiales. Retengo en la memoria a largo plazo la doctrina de Hui-ssu, el moje budista que meditó  varias décadas en el Sutra del Loto y que rechazaba todo tipo de  trato que  constituyeran indicios de una distinción hacia su persona pues lo consideraba un obstáculo para alcanzar la iluminación.

Soy un simple tipo que trata de llevar a hechos  la poca bondad que anido en el corazón. Le hago un favor a cualquier persona, eso es todo.

He comprobado con regocijo y tristeza que un bien como un mal siempre retornan. Esa actitud ha dado lugar a equívocos. Algunos me dicen: Eres una gran persona. O también: Hablando contigo se recupera la fe en la vida, o cosas parecidas e insulsas. No lo creo  porque soy pesimista por vocación y tolerante por naturaleza.  Un individuo que piensa todo el tiempo en sus problemas personales muy parecido al primo Nelson, eso es una mediocridad. Por tal motivo no lo juzgo con dureza.  Me percato de ello, debe ser ahí donde está la diferencia. Trato de corregir en lo posible los trazos del egoísmo pero casi nunca lo logro con eficacia. Es algo  que no he podido remediar.

Ven para el patio a coger un poco de fresco- dijo Nora, la esposa del Nelson.
Fuimos los tres para allá. Andresito, ligeramente cohibido, me miró de soslayo, me extendió un guante de pelotero.

Ponte allí – le dije tirándole la pelota. Así estuvimos un rato pero en un momento  dijo:
¡La pelota..,  Cógela, se va a caer, seguramente se caerá si no la tomas con tu mano!

En efecto la pelota amarilla había ido rodando hasta el borde de un gran hueco al final del patio por donde no dejaban jugar al niño. Quedé sorprendido, porque Andresito tenía dificultad para pronunciar las palabras con claridad, lo estaban tratando con un logopeda por ese motivo.

 Hay una ley cósmica que predice la rotación de doce anillos, estableciendo entre ellos una dependencia  infranqueable para cualquier acontecimiento por diminuto e insignificante que parezca. El sufrimiento de Tío Andrés, no fue más una parte de ese ciclo de rotaciones que todos, más tarde o más temprano cursaremos, una especie de ronda aparentemente intransitable para los humanos, pero es el precio de esta dádiva que es la vida.



Amistad


Cada persona tiene una trayectoria  recorrida y otra por recorrer en un tiempo desconocido a tu percepción sensorial. De todas formas caminas el trayecto y quiéralo o no y lo terminas el día de tu propia muerte. Nada queda en las manos. Nada en los bolsillos. Tienes que abrirlas y soltar lo que creíste eran  posesiones personales. Mientras no terminas, van acaeciendo diminutas muertes – sentimentales, emocionales, de la memoria y del deseo, que van señalando a los más despiertos- el tramo por recorrer

El asunto al que voy a referirme es completamente baladí; experiencia estrictamente personal, es decir, intransferible a otro ser humano por la incomprensible  razón, de que cada persona en el fondo, su alma está vacía y por tal motivo ansía unirse a  algo que le de consistencia. Porque se siente sin asideros aunque esté repletos de aparentes ganchos. Los iluminados sólo señalan el camino. Para ello, se valen de sermones, parábolas, alegorías, visiones, máximas, proverbios y hasta acertijos; (como  es el caso de Sófocles  en Edipo Rey), pero las palabras no importan, esa claridad hay que soñarla e intuirla  mediante la bondad de cada uno de nosotros. Insignificante como es esta experiencia, forma parte de mi ciclo vital. Veamos

Hace unos años me  invitó  mi amigo Raimundo a una actividad por su  aniversario de santo.  (Raimundo tiene hecho Obbatalá). Fui de los primeros en llegar con el objetivo de ayudarlo en los preparativos; él me lo había solicitado meses atrás. Necesitaba  que lo ayudara a matar un par de cerdos para los invitados a su fiesta.

Me encargué de mantener el agua caliente alejando a los niños del fuego. Siempre es provechoso evitar accidente. No había mucho espacio en la casa. A una señal mía, los hombres sacaron los  cerdos del corral, situados en el patiecito de la casa de Raimundo. Me entretuve atizando la candela cuando de pronto todo mi cuerpo vibró  al ser rajado el aire por un estridente chillido de dolor. Al voltearme, observé en suspenso  cómo mi primo Raimundo  había clavado un enorme cuchillo en la garganta al pobre cerdo. Esperó un largo rato con el cuchillo dentro del animal. No obstante, el infeliz no acababa de morir. Me asusté un poco, nunca había visto matar tan torpemente un cerdo. Raimundo introducía y sacaba varias veces el enorme cuchillo,  pero nada, el cerdo se negaba a abandonar la vida. Entonces varios hombres se aproximaron y lo sujetaron con fiereza extrema. El matador, completamente ebrio, no acertaba a dar en el corazón de la víctima. Después de un tenso forcejeo el cerdo ensangrentado quedó quieto. Todos nos calmamos dejando escapar un suspiro de alivio. Algunos niños pequeños habían estado llorando del susto aunque no faltaron risas celebrando la ocasión.

Cuál no sería la sorpresa  de los presentes, cuando de pronto y sin que nadie se percatara, el cerdo malherido se levantó y salió corriendo medio moribundo por toda la calle. Algunos se asustaron una enormidad,; otros rieron ante acontecimiento tan inusual.

Al ver aquel espectáculo,  Raimundo entró encolerizado a la casa. Al instante salió  como un bólido hacha en mano. Corrió tras el animal y acabó con él en medio de la calle a hachazos por todas partes. Allí mismo – sobre el asfalto repleto de polvo ensangrentado - lo descuartizó con ayuda de otros hombres también intoxicados de alcohol entre risas y jaranas. Arrastraron los pedazos, los pelaron. Unos instantes después aquel material se convirtió en chicharrones. La fiesta había comenzado. Sonaron los pitos de los niños. La gente empezó a bailar y  olvidaron lo ocurrido. El otro cerdo fue matado  sin premura y con eficiencia por otros  invitados escogidos, dada su destreza en estos menesteres.

Al cabo de  dos horas aproximadamente, cuando me entregaron  mi bufé, algo me impidió  ingerir aquella carne. Llegaba a mi memoria la escena grotesca del sacrificio, la sangre en la calle; el hacha cayendo una y vez sobre  el animal inerte. Y  desde aquel día decidí no comer nunca más carne de cerdo. Hice extensiva mi renuncia, más tarde, a todo tipo de carne. Me volví vegetariano e hice el siguiente compromiso: Si alguien tiene que morir para poderme alimentar, entonces renuncio en beneficio de los otros. Gracias a Dios – de este evento hace doce años- no he cambiado un ápice mi resolución.

Aquel lejano día, cuando miré de soslayo al cerdo, percibí una tristeza infinita en sus ojos. Por un brevísimo instante me miró y era como si me hubiera dicho: ¿No piensa usted nacer nada compañero?
No me atreví a hacer nada delante de la cólera de los demás hombres en aquellos momentos. La ira  inundaba completamente el ambiente y esa ira de los hombres intoxicados hizo aflorar mi vileza, tal vez mi cobardía. A pesar de mi debilidad y en homenaje a aquel llamado silencioso, tomé la decisión  ya conocida. A partir de aquel momento  – no lo imaginé ni remotamente – mi trayectoria  vital tomó  un rumbo imprevisto.

Me ha sido concedida la posibilidad de poder  ayudar a los demás no sólo en la imaginación  o en medio del confort de mi habitación; donde siempre había dado solución a grandes problemas. Ahora pertenezco a la  Congregación de los Asiduos. No dedicamos más de cuatro horas del día a nuestras necesidades personales. Este grupo ha sido bendecido con el entusiasmo de no tener personalidad, así  lo consideramos. Somos  voluntarios que ayudamos en  los hospitales y desamparados de todo tipo. No poseemos casi nada material, sin embargo nos reconforta el hecho de saber que alguien anónimo aprecia infinitamente las pocas cosas que podemos brindarles. Un alma generosa nos donó la cantidad con se adquirió el Castillo de la Loma de Curé, allá frente al puerto. Un evento cualquiera, diminuto, puede desatar  la bondad que anida, dormida, en tu corazón.



 

 

 Victorino Torres Mendoza                                          

 

Nació en la ciudad de Camagüey. Es Técnico-Profesional en Economía del Trabajo, estudió Música y es graduado  de la Facultad de Artes y Letras, en la especialidad de Literatura  Cubana de la Facultad de filología, Universidad de la Habana.

Ha publicado  cuentos en la Revista RIL (1984). En VIVARIUM, de la Arquidiócesis de la  Habana, (1995) publicó  la primera parte  de una investigación  relacionada con el impacto psicológico de la voz humana y las estructuras lingüístico-musicales, contenidas  el habla. Fragmentos de este estudio aparecieron en  la revista Bohemia (1984). Es autor de los siguientes Poemario: Glifos 1980. Paisaje urbano 1990. Hechiceros 1993. Los Brujos 1994. Arterias de mármol 1998. Voces (1999), Quemdar (2003), Tangencias (2006). También ha escrito relatos: Los Herejes (1990) y el libro de cuentos Narraciones Breves (2005). Acercamiento a los Sutras (Ensayo sobre Budismo) y Acordes Naturales (2007); una hipótesis sobre el acoplamiento armónico  de las escalas interiores, basada en los efectos vibratorios  de los fonemas y las curvas melódicas que describen las intensiones humanas. Ha confeccionado una Antología de Cuentos (2012); nacimiento, desarrollo y perfección de este género literario, recomendable material didáctico para los cultivadores de este género. Ha escrito además la novela titulada Dispersión (2013), la cual trata sobre la atomización de la familia cubana como resultado del distanciamiento forzoso de sus miembros.
Ha trabajado como guionista en la emisora nacional  Radio Progreso y ha realizado labores de museólogo  en la Institución de Cultura del Museo Municipal  10 de Octubre. Actualmente  se desempeña como profesor e investigador.

Dirección: Calle Municipio 474 apto. 31 e/ Reforma y Guasabacoa. Luyanó. 10 de Octubre. C.Habana. Telf: 5-2517223; 5-3237251 (cell) y  6991885. Email: victorinotorres@ymail.com                       
C.I. 53122310267

















1.- Título de la  Novela: Dispersión

2.- Autor: Victorino Torres Mendoza:

3.- Objetivo: Atomización de la sociedad cubana contemporánea. La familia Madrigal,  es bombardeada desde el exterior por fuerzas incontrolables. Cambios de hábitos y costumbres centenarios son desplazados por acontecimientos sociales que caen de pronto sobre la nación. Comienza una indescifrable emigración en todas direcciones. El efecto de dispersión no se  nota al principio, pero a medida que transcurren los años el deterioro, la sustitución valores raigales y la aparición de elementos (de todo orden) importados debido a la carestía, son lamentables. La desunión, la lejanía y la discordia son los resultados más evidentes. Novela matizada con pinceladas históricas y recordatorios literarios, que van desde  Espejo de Paciencia hasta el siglo XX, buscando en el lector un contacto consigo mismo a través de su propia historia económica, política y cultural con una visión completamente despojada de cualquier tipo de ideología.
Refleja a través de algunos personajes de la vida real, la partición de la mentalidad del cubano de estos tiempos que van desde un simple trabajador en un insignificante taller, hasta los altos cuadros del gobierno, los cuales brindan  testimonio de una característica  fundamental de su psicología.

4.-Período que abarca: 1959 – 2005
   - 1959 Triunfo de la Revolución
   - 1961 Carácter socialista de la Revolución cubana. Girón. La alfabetización.
   - 1962-63 –Lucha contra bandidos.
   - l965 Salida de cubanos por  el Puerto de Camarioca
   - 1970 La Zafra de los diez Millones
   - 1975…. Internacionalismo Proletario (África: Angola, Etiopía, Namibia,                      
                   etc.   y  Centroamérica…)
   - 1980 Éxodo por el Puerto del  Mariel
   - 1994 Los Balseros (El Maleconazo)
   - l998  La visita de Juan Pablo Segundo: Uno de los acontecimientos religiosos 
               más  importante para los católicos cubanos.
   - 2003 La Primavera Negra. Las Madres de Blanco.
   - 2005-2008 – Enfermedad y Retiro del Presidente de Cuba. La sucesión cae  
  en la   Familia.

5.- Estructura de la Sociedad cubana (ver Organigrama). Sincretismo  
      religioso.

6.-Personajes: Cronología.

Antecedentes: Esclavitud

Teófilo Madrigal: 1872-1967  -     95 años de edad.
Domingo Madrigal: 1905- 1988 – 83 años de edad.
Cecilio Madrigal:   1935- 2005   - 70 años de dad.

   

Cecilio Madrigal Rodríguez, padre, un simple obrero (1935 – 2005)
Alina Valdés Campos, madre profesora de  español en  Primaria. (1954- 1988)
Pedro Pablo Madrigal, (1960, hijo de Cecilio con  Rosa Bencomo que se va del país  por El Puerto de Camarioca y es criado por Alina. Pedro Pablo  va al a guerra  de Angola a los  dieciocho años. Regresa destruido  mentalmente. Se divorcia varias veces, finalmente termina  en un hospital psiquiátrico con trastorno de orden semántico, es decir, desconoce   o se le olvida el significado de las palabras.
Tania Madrigal, (1970 –  ) hija de Alina y Cecilio  igual que Ángel, estudia  
 medicina. Después se va para España mediante la adquisición de la ciudadanía de  su abuela de origen canario. Escribe una Hipótesis sobre  acústica, relacionado con la voz humana, a la que le dedica muchos años de trabajo; sueña publicarla.
Ángel Madrigal: Narrador
                         
Selena: Primera novia del Protagonista por un tiempo y con quien pensaba casarse.  Parte para Estados Unidos  junto con su madre y rompe el                  Noviazgo por este motivo.
Marlene Montes de Oca: Madre de Selena. Se opone resueltamente a este noviazgo.
Tomás Carpenter: Padrastro de Selena. Simpatiza con Madrigal pero no dice una  palabra  por temor a una reprimenda por parte de Marlene.  

Guillermo Aróstegui: Padre de Selena, residente en E.U.  Quien las manda a buscar.

Mario Valdés: Hermano de Alina. Milita en la Oposición Política. Ha estado varias  veces encarcelado por esta participación.
Andrés Madrigal: Hermano de Cecilio. Es un hombre más realista que su hermano.
Edipo: (Alegoría) A través des figura recrear una parte considerable de cultura griega:  mitos y filosofía, como la base que sustenta nuestra cultura occidental.
Lautaro, Odilia y Gilda, amigos de Madrigal durante la primera juventud.
Sr. González: amigo y consejero de la familia Madrigal. Un hombre  de una gran  preparación cultural.
Eduardo Ramonín: Amigo y profesor de  Ángel Madrigal. Un hombre culto pero sin suerte, termina sus días en un barrio de mala muerte, lejos de su familia.
Nora Paz Hullmann: Esposa de  Ángel Madrigal con la que tiene dos hijos y de quien finalmente se divorcia debido a incongruencias inevitables y pesarosas.
Mauricio e Isabel Madrigal, hijos de ambos. Mauricio nace con trastornos  de personalidad y padece trastornos cognitivos. Isabel es diestra, materialista e incisiva  en la búsqueda y consecución de su  bienestar y su felicidad.
Dulce: Madre de Nora. Opuesta desde el principio a ese matrimonio. Deseó para su hija un joven apuesto, profesional: médico, abogado, artista de renombre, o al menos proveniente de una familia acomodada de la clase media por lo menos, Nunca  el hijo de un obrero asalariado.
Margarita Landrián ( 1ra. Esposa de  P. Pablo)
Alejandro Madrigal: 1er. Hijo de P. Pablo
Yordanka: Malevich: 2da. Esposa de P.Pablo.
Katerina Madrigal Malevich: 2da Hija de P. Pablo
Leonor Ojeda: 2da. Esposa de Cecilio Madrigal.
Alejandro Duarte: hijo de Leonor Ojeda.
Amanda Madrigal: hermana de Cecilio.
Arturo: 1er. Novio d Tania.
Francis Vera: 3ra. Esposa de P.Pablo.
Yosi Pérez Vera: hija de Francis e hija adoptiva de P. Pablo.
Augusto Madrigal: hijo de Francis y 3er. Hijo de P. Pablo.
Julia Rosa Bencomo: Madre natural de P. Pablo.
Miriam: Amante ocasional  de P. Pablo.
Magaly: Amiga de P. Pablo
Eulalio: Padrino de P. Pablo.

Cercanos a la familia Madrigal:


Estela: primer amor del protagonista
Carmen Zulueta, muchacha con inquietudes artísticas pero sin instrucción .Sin rumbo en la vida, novia el Sr. González.
La enfermera.
Julia Aranda: abuela de Selena
Clara : tía de Selena.
Teresa: Profesora jubilada de matemáticas.
Evaristo: Profesor disidente.
Encarnación: Amiga de Alina
Rolando: padre de Edipo
Camacho: Ladón y homicida.
Damián; Amigo de Tania.
Alipio: Guajiro.
Neri: novia de Tania.
Anya van Gael: esposa de Ramonín
Élida Zaldívar: compañera de trabajo de Ángel
María del Carmen: esposa del Sr. González.
Félix: hijo del Sr. González, muerto en Angola.
Aurelio: tío de Nora.
Julián : primo inválido de Nora.
Fabricio: 1er. Esposo de Carmen Zulueta.
Marcos: novio de Carmen Zulueta.
Mercedes: Esposa de Rolo.
Rolo: amigo de los Madrigal padre e hijo.
Ariel: padre de Lorenzo. 1er, esposo de Amanda, hermana de Mercedes-
Francisco: padre de Daniel. 2do esposo de Amanda.
Katia: vecina de los Madrigal, trabajadora del Asilo
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