Tuesday, January 19, 2016

LA CELADA


No hay nada más disidente que describir el entorno.  Hace  unos 25 años cuando aún residía en Cuba tuve una conversación con un tío, al cual aprecio a pesar de tener ideologías diametralmente opuestas. Raúl, que así se nombra, es lo que he dado en llamar un comunista “naive” en el sentido que predica con el ejemplo. Vive aún como un monje rojo repitiendo la línea oficial del gobierno. Sus fuentes las proveen las reuniones del núcleo del partido, el Granma, los noticieros y las consabidas mesas redondas. No es capaz de ver ni una mancha en la “inmaculada” ideología oficial.
El día de marras le jugué una pequeña trastada.  Como si la memoria me fallara, le dije que no recordaba con exactitud cómo era la esquina principal del pueblo de Minas de Guanabacoa, -donde hemos nacidos varias generaciones de los de la Paz- cuando era un niño de unos 4 ó 5 años.  Le dije recordar solo la bodega del chino Carlos. Raúl raudo me rectificó que habían más, o sea, la de Carlos, la de Celedonio, la del chino Ho, la cafetería, la panadería, una quincalla, la ponchera más abajo, la gasolinera en la misma esquina, la carnicería de Kiquito, y otra bodega que cambio de dueño varias veces.  Y siguió – la bodega de Pepín que era ferretería también -donde él mismo  trabajó desde los 12 años -y el puesto de viandas de Tato justo frente a nuestra casa.  

Entonces le di el jaque mate: ¿Tío, cuántas hay ahora? Ya era tarde, había caído en la trampa.
Me permití enumerarlas: UNA SOLA. La población había aumentado 4 veces, pero las posibilidades de consumo disminuido  al extremo.  

A ello habría que añadirle que todas las fincas alrededor del pueblo fueron intervenidas y se perdían en aroma y marabú. Estas suministraban leche, quesos, legumbres, yuca, maíz, frutas y cuanta vianda se consumía. 
Fue demasiado para mi tío. Enmudeció y se retiró a dormir molesto por haber caído en la celada.